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Redacción


Enero 14, 2014
¿Puerta grande? ¡No!, es puerta chica  Jaime OAXACA En la cabalística corrida 13 que se realizó en la capital del país, salió por la llamada puerta grande Arturo Macías, el popular Cejas. En la plaza México -y en todas las del país- se ha hecho costumbre que cuando un torero obtiene dos orejas salga a hombros y, sin importar el tamaño físico de la puerta del coso, se dice que el coleta fulano o zutano salió por la puerta grande. Evidentemente, es un honor que a los toreros los saquen en hombros porque es el producto de una tarde de triunfos. Cortar dos orejas, aunque éstas sean benévolas como el caso que nos ocupa, tiene su gracia. Desde luego, dependiendo de la categoría de la plaza es la importancia del triunfo. Cuando se habla del coso capitalino, con el aforo más grande del mundo, el premio de salir por esa puerta debe ser como la plaza: monumental. Sin embargo, el exceso de premios que de un tiempo a la fecha se conceden en la plaza México, los ha devaluado y, como consecuencia, las salidas por la famosa puerta grande, se están choteando. Arturo Macías bien lo sabe porque ha salido varias veces a hombros por la puerta de la plaza México, nadie lo ha hecho tantas veces en forma consecutiva como él, creo que cinco o seis, claro que han tenido sus asegunes. Ninguna tan torera como la de mayo de 2006, la tarde de su confirmación de alternativa, porque además se lo hizo a un toro de verdad; la segunda -enero de 2007- tampoco fue chafa, esa vez alternó con El Pana. No recuerdo si hubo alguna más antes de la del 5 de febrero, esa fue en pleno cachondeo en una tarde-noche lluviosa, fue la primera vez que se tocó la Pelea de Gallos mientras Macías daba la vuelta al ruedo y de ahí pal’ real, como si no estuviéramos en la plaza de la capital del país. Total, el asunto es que en la corrida del pasado domingo el diestro de Aguascalientes, recibió las dos orejas de un toro que soseó, con poca o ninguna transmisión al que le cuajó algunos buenos muletazos pero que, desde luego, no eran para premiar con dos orejas. En la apoteosis de lo absurdo, se le ordenó arrastre lento a la res de La Punta. El exceso de premiación por parte de los jueces, atosigados y presionados por el empresario Herrerías, ha devaluado las orejas que ahí se conceden. Han sido 7 faenas de dos orejas en las 13 corridas que llevamos: 3 de Joselito Adame, una del Payo a un novillo de regalo, otra de un rejoneador español, la de Ortega con el pilón del rabo y la del domingo de Macías. Sólo dos de Joselito Adame -tercera y séptima corrida-, han tenido validez taurina, las demás han sido consecuencia de la euforia de la gente, algunas veces etílica, de las reformas fiscales, de la ley energética o vaya usted a saber el motivo, porque taurino no ha sido. Siete faenas de dos orejas, en promedio una cada dos semanas, supondría que en México estamos en el clímax de la tauromaquia mundial o en el goce de un orgasmo taurino, cuando en realidad lo que traemos es un desmadre elevado a la quinta potencia. Así que no fue una puerta muy grandota. Por lo tanto, tengamos cuidado al especificar cuando de La México se trate: ¿Puerta grande? ¡No!, es puerta chica.
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