Cochochi

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Redacción


Enero 31, 2014
por Israel León O’Farrill He de reconocer que en ocasiones he criticado las interpretaciones de personajes latinoamericanos o españoles de Gael García Bernal, y que algunas de las cosas en las que ha participado junto con Diego Luna ciertamente me han parecido tratadas con demasiada benevolencia por la crítica. Sin embargo, sé perfectamente bien que ambos están llamados a ser de los personajes más importantes de la historia de nuestro cine por su innegable talento en la producción y dirección, lo mismo que en el apoyo al cine independiente –que en México pudiera ser todo, vale la expresión- desde sus ciclos de cine documental Ambulante, hasta el apoyo brindado a través de su productora y distribuidora CANANA. La afirmación parece exagerada: no lo es. De ellos tenemos la excelente Miss Bala (2011) de Gerardo Naranjo, Abel (2010) de Diego Luna, Los Invisibles (2010) de Marc Silver y Gael García, Sin Nombre (2009) de Cary Fukunaga y la que nos ocupa, Cochochi (2007), de Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán, entre otras. Cochochi es una cinta que narra la historia de dos hermanos rarámuri de la Sierra Tarahumara en Chihuahua –por cierto, casi enteramente hablada en rarámuri-, que una vez graduados de la primaria, enfrentan una situación compleja que los enfrenta no sólo a la maduración de todo adolescente, sino que a los embates de una pujante sociedad occidental que constantemente embiste a las comunidades indígenas con sus modas y estilos que se imbrican con las tradiciones y van modificando rituales y mentalidades. A la vez, la terrible disyuntiva de continuar con la escuela o de dedicarse a simplemente vivir la vida a través de cualquier otra actividad: la deserción escolar motivada por el ocio, el trabajo o la migración, realidades apabullantes de estas comunidades. Es evidente que el fuerte de la película es la trama, pues desde ya la premisa resulta interesante. Sin embargo, la historia está bien contada, con los ritmos que le imprime la propia vida de la región: pausada y sutil. En efecto, sin grandes esfuerzos o efectos especiales, los directores logran hacernos comprender la vida de estos rarámuri en la Sierra Tarahumara, sin juicios ni afirmaciones baratas de occidental pedante que observa a esos “salvajes” que no viven nuestra realidad. Quizá el único aspecto que pudiera quedar en una valoración moral pudiera ser el hecho de que se considere a la educación institucionalizada como un bien en sí mismo sin que exista una valoración de la educación familiar y comunitaria que los propios rarámuri realizan para que sus descendientes vivan el modo de vida de esa etnia. Otro atributo fundamental de la cinta son las actuaciones de los protagonistas, los hermanos Lerma Batista, Antonio y Evaristo que se interpretan a sí mismos. Su actuación es fluida y bastante convincente lo que le añade realismo a la cinta. Por si fuera poco, la más que pertinente fotografía elaborada por los mismos directores nos ubica en los magníficos paisajes de la región. Es en verdad una de las mejores apuestas que han realizado García y Luna desde que decidieron montar la productora y distribuidora. El único problema: la difícil distribución que tendrá una película como esta que, al no contar con las grandes estrellas y los enormes presupuestos, difícilmente puede competir con muchas otras producciones mexicanas. Por supuesto hablo de su distribución en video, pues en cine, seguramente apenas apareció en unas cuantas salas. Se trata de una especie de “docuficción” muy recomendable, sobre todo para aquellos que se encuentran interesados en las identidades diluidas y en constante cambio producto de una modernidad cada vez más agresiva. Indispensable. http://israelleon.wordpress.com/
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