Supera a los 55 el analfabetismo

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Redacción


Febrero 09, 2014
Redacción alfabetizaciónA sus 55 años, Alejandra Morales Cruz, madre soltera, originaria del municipio de Calpulalpan, expresó: ¡Yo, cómo voy estudiar!, no sé ni cómo agarrar un lápiz, cuando fue invitada a círculos de estudio del Instituto Tlaxcalteca para la Educación de los Adultos (ITEA), para aprender a leer y escribir. Ante la necesidad de mantener a sus tres hijos, Alejandra Morales decidió iniciar el proceso para lograr su alfabetización, con la visión de que este aprendizaje podría mejorar la calidad de vida de su familia. Doña Ale, como cariñosamente le dicen, comentó que al principio se sentía como niña de preescolar, porque la maestra la tomaba de la mano para hacer bolitas y rayitas, pero fue así como tras las primeras semanas de clases consiguió escribir su primera palabra: “Alejandra”. Recuerda cómo sufrió diversos abusos a causa de no saber leer ni escribir, incluso, dice que cuando abordaba el transporte público se equivocaba de ruta, lo que derivaba en gastos. A pesar de la muerte de su hijo de 19 años y la reclusión en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de otro de sus descendientes, decidió continuar esforzándose para concluir sus estudios de primaria en la Plaza Comunitaria de Calpulalpan. “Mi hijo, el que murió, me decía, ‘mamá tú vas a ir a estudiar, no importa que no haya comida en casa, lo importante es que aprendas a leer y escribir’”, señala conmovida la beneficiaria. Con esta motivación Alejandra Morales Cruz concluyó exitosamente sus estudios de primaria, fue entonces cuando maestros del ITEA, derivado de un programa de seguimiento, la encauzaron y motivaron a estudiar la secundaria y de esta manera el 12 de julio de 2012 acreditó satisfactoriamente su instrucción de nivel básico. Hoy, Alejandra es un caso de éxito de los programas sociales estatales para reducir el rezago educativo y ejemplo para toda su comunidad. Actualmente, recuerda que dejar el lápiz sudoroso al momento de escribir sus primeras palabras, por los nervios, valió la pena, porque esto le permitió enseñarle y apoyar la educación de su hija discapacitada. Ahora, con todos los beneficios que recibe tras lograr su alfabetización, doña Ale recomienda a jóvenes y adultos mayores de 15 años que no saben leer ni escribir o que no han terminado la primaria y secundaria aprovechar los servicios del ITEA. Con una sonrisa que refleja la satisfacción de los logros personales alcanzados refiere: “Nunca es tarde para empezar”.
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