DE FRENTE Y DE PERFIL

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Redacción


Febrero 24, 2014
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN  CREDIBILIDAD La mula no era arisca, los palos la hicieron así, reza el viejo refrán que viene muy a cuento por el escepticismo creado en torno a la detención de Joaquín Guzmán Loera. El golpe asestado por el gobierno federal, es contundente, sin dejar lugar a dudas, ya que se trata del principal líder de una organización criminal. Se trata del personaje más buscado por las autoridades, pero también del más famoso de cuantos delincuentes existan en México. Es un gran logro, que 13 años después de que se fugara de una de las varias prisiones de alta seguridad se hubiese dado con su paradero. Aquí no importa si fue una acción conjunta entre los gobiernos de México y Estados Unidos o si el segundo de ellos proporcionó la información para atraparlo o si solamente funcionaron adecuadamente los servicios de inteligencia mexicanos. Lo importante era la detención de quien está considerado como el principal narcotraficante de México y sobre el que, además, pesan órdenes de aprehensión en el vecino país del norte. La consigna era una, atraparlo para intentar desmembrar a su organización, frenar el tráfico de drogas y cobrar las cuentas pendientes con quien pudo escapar de una de las cárceles de alta seguridad de México. El golpe contundente que le merece reconocimientos internacionales al gobierno de Enrique Peña Nieto, es visto dentro del país en forma sospechosa y genera una serie de dudas en las llamadas redes sociales. La detención de Guzmán Loera provocó reacciones de todo tipo, especialmente las que establecen que el detenido no es el mismo personaje del que han circulado fotos. Es común que desde diversas trincheras se cuestione la certeza o veracidad de las acciones gubernamentales y se intente menospreciar los logros conseguidos por los gobernantes. No es solamente una reacción de los opositores del gobierno, sino una costumbre que se ha generalizado, ocasionada por diferentes pifias cometidas desde las propias instancias gubernamentales. Las dudas siempre persisten, principalmente en aquellos casos mediáticos, donde se especula de gran forma sobre la certeza de los golpes procedentes de los diferentes tipos de gobierno. En el caso de Joaquín Guzmán Loera, ya se cometió un error en el pasado reciente, con la detención de un supuesto hijo del llamado El Chapo, al que mantuvieron arraigado durante largos días, sin importar que saltaran voces que aclaraban que se trataba de otra persona, sin vínculos con el hoy detenido. Fue por eso que el gobierno federal tardó varias horas en salir a dar a conocer la detención de Guzmán Loera, mientras la especulación, los rumores y las versiones corrían por doquier. Fueron largas horas de vacío informativo, donde se dieron gusto los cuestionadores del gobierno con las distintas versiones que dejaron correr. A final de cuentas, fue el propio procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, quien salió a dar la información correspondiente, dando la explicación de que el llamado Chapo había sido detenido poco después de las seis de la mañana y las horas que pasaron fueron aprovechadas para identificar a fondo al detenido, el que, sin dudas de ninguna clase, es Joaquín Guzmán Loera. Esas preciosas horas que transcurrieron entre el despertar del país y la salida de las autoridades para informar sobre lo sucedido, fueron cubiertas en diversas formas, dando pie a las versiones sin sustento que circulaban por las redes sociales y la cobertura de programa informativos que lejos de dar pormenores de lo ocurrido llegaban a lugares comunes y a repetir viejas historias, creando mayor especulación sobre el tema. Fue una agencia de noticias extranjera, la AP, la que circuló la primera información sobre la detención de Joaquín Guzmán Loera, lo que generó aún mayor incertidumbre sobre el tema, ya que primero se supo en el extranjero que en el mismo país donde sucedió el hecho. De ahí que, ese evento, sumado a lo que ha sucedido en ocasiones anteriores con fallidas acciones de personajes que fueron detenidos y dejados en libertad después ante la equivocación surgida, como fue el caso del mismo supuesto hijo de Joaquín Guzmán Loera, el de una de sus supuestas esposas y otros más, ocurridos en distintas administraciones de los gobiernos anteriores, son las que han motivado ese escepticismo por parte de la población que no era arisca, pero que a golpes de confusión, se mantiene incrédula. QUIÉN SIGUE La administración de Enrique Peña Nieto avanza considerablemente en su propósito de combatir la impunidad y detener a los personajes que infrinjan la ley. Primero fue la detención de la entonces presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo Morales (que en unos días cumplirá un año de detención); luego vino la captura del exgobernador de Tabasco, Andrés Rafael Granier Melo, más adelante se giró orden de detención para el exdueño de Mexicana de Aviación, Gastón Azcárraga y ahora ocurre la de Joaquín Archibaldo Guzmán Loera, considerado el principal capo del narcotráfico en México. Una lideresa sindical, un político exgobernador, un empresario y un dirigente del principal cártel del país, son algunos de los trofeos conseguidos por el actual gobierno. Ante esto, quién sigue. Seguirá la mano de la justicia alcanzando a quienes han sido señalados como beneficiarios de corruptelas del pasado o personajes que disfrutan de la impunidad de sus cargos públicos, sindicales, empresariales. Se actuará en contra de aquellos que cometieron ilícitos o se aprovecharon de sus cargos para ocurrir en exceso u omisiones? La credibilidad del sistema político mexicano está en juego y recuperarla sería uno de los grandes logros del actual gobierno. Email: [email protected]
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