BREGANDO

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Redacción


Febrero 25, 2014
Hermosas probaditas Jaime OAXACA Pablo Hermoso de Mendoza Cantón, nacido hace casi 48 calendarios en Estella, una población de la provincia de Navarra en el norte de España, ha venido durante 15 temporadas en forma consecutivamente a México. Los aficionados de ese entonces sabían de un rejoneador que montando a Cagancho, un caballo negro, toreaba de costado a los bureles y que en Chicuelo, una jaca blanca, realizaba piruetas al salir de la suerte de banderillas. En televisión se habían visto algunas imágenes, torear de costado se consideraba una forma única de rejonear, algo nunca visto: rejoneo vanguardista. Así que, cuando hombre y animales llegaron a México había mucha expectación por verlos. Los tres tuvieron un debut triunfal en la plaza México; si bien es cierto que las cornamentas, más que despuntadas, estaban tostoneadas a nadie le importo. No sólo gustó el toreo del español, ¡fascinó! Desde aquella tarde de noviembre de 1999 Pablo y Cagancho se hicieron ídolos. Hermoso de Mendoza tenía ganas de triunfar en la América, se pegó un arrimón, tanto que un toro de la ganadería de Manolo Martínez le pegó una cornada en una de las ancas al afamado Cagancho, la afición se conmovió con el percance. En diciembre de 2002, en un hecho insólito, Cagancho se despidió de la afición de la plaza México y toreó por última vez. El jamelgo dio la vuelta al ruedo junto con Pablo ante el delirio de la gente, Pablo le cortó un mechón de crin al caballo como si fuera coleta. Hasta una bandera mexicana le pusieron a Cagancho como albardas. Las cornadas a los caballos de rejoneo son muy grandes y suelen hacer mucho daño porque el cuerno está romo, revienta la piel al penetrar y las lesiones pueden ser de consecuencias funestas. Si Cagancho no se hubiera recuperado, evidentemente, no se iba a terminar la carrera del navarro, pero sí habría bajado la expectación por verlo. Supongo que Pablo debió decir: ni una cornada más en México. Por eso poco a poco, en este país, se ha vuelto muy selectivo con el ganado que lidia. En este caso selectivo quiere decir: ni tantita bravura. Pablo se ha hecho el amo, tiene el sartén por el mango, acá sólo sus chicharrones truenan, ningún otro rejoneador se ha hecho del público, sabe lo que él representa en México, que los empresarios son capaces de bajarse los pantalones con tal de que les firme el contrato. Contrato que se me hace que ni existe, Pablo torea festivales privados para personajes de alto nivel jerárquico hasta presidentes de la república, así que su situación de impuestos la debe tener dominada. Como a los empresarios no les importa el espectáculo que ofrezca el rejoneador, ellos van por la lana que deja la taquilla, nada de lo demás es relevante; si Pablo pide novillos con un pedacito de cornamenta, eso lo dan. Para la última corrida del serial de la plaza México, el hispano pidió un par de mugres, como para festival. Pablo es extraordinario, innegable, tan bueno que con probaditas de toreo la gente lo ovaciona; se conformó con unas carreritas de Chenel y otras con Disparate; hubo desplantes del teléfono y acariciar el testuz ante animales totalmente parados por el exceso de castigo, girando sobre su propio eje y Pablo daba las vueltas; pero la gente feliz, se conforma con hermosas probaditas
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