LLUVIA RACHEADA

Por Alfonso Armada

El día de la nieve, el día de las pelotas de goma contra los peces

Y si tenemos todos los materiales, ¿por qué no los usamos?

Debería haber nevado más copiosamente aquí. Llovió, y la lluvia me hizo pensar en los caminos de la infancia que llevaban a un lugar determinado, en el que la injusticia y las balas de goma y los hombres con hijos como nosotros desgarrándose las manos en alambradas de concertina o tratando de ganar a nado nuestra costa para vivir aquí no tenían cabida, porque entonces no nos asomábamos a la realidad, o nuestros padres, protectores, no nos permitían que supiéramos de esos aspectos tan crudos de la realidad. No.

Y eso dentro de Estados Unidos. ¿Qué abismo hay entonces, qué trinchera de 14 kilómetros rellena de agua salada entre España y África, y entre Marruecos y el resto de África?

Antes los funcionarios a las órdenes del ministro dijeron que no habían disparado. Pero había imágenes incriminatorias. ¿Contra quién? ¿Contra los funcionarios encargados de proteger nuestro nivel de vida, nuestro nivel de educación, nuestro nivel de conciencia soluble en lejía, alcohol, otras drogas propicias para no tener que hacer el enojoso esfuerzo de ponerse en el lugar del otro? ¿Están protegiendo entonces nuestro nivel de vida o nuestro nivel de miseria moral, como lo suizos por otros medios? Vale, un rato, luego volvemos a nuestros asuntos. ¡Gracias a Dios es viernes y no hemos tenido que abandonar nuestra casita en Senegal, Chad, República Centroafricana, Congo-Brazaville, República Democrática del Congo…, donde se quedaron nuestros hijos, nuestra esposa, nuestros hermanos nuestra suerte? ¡Qué suerte la lotería del nacimiento!

Fue hace dos noches. Mientras intentaba encontrar un hilo a la historia del día. Le puse de título La noche en casa, como aquella novela de José María Guelbenzu que tanto me gustó cuando empezaba a darme cuenta de que la realidad era esto.

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