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Redacción


Enero 06, 2015

José Luis Angelino resucitó

José Luis Angelino tuvo una gran tarde en la Plaza México, fue en la corrida número 11 del serial 2014-15; resurgió, resucitó, por decirlo de alguna forma. La carrera del apizaquense en el coso capitalino ha sido de altibajos, le ha tocado de todo.

Confirmó su alternativa en noviembre de 2003, las cosas se le dieron bien esa temporada, tuvo tardes importantes; sin embargo, en las siguientes ya no hubo tanto éxito. Un domingo la gente se puso de espaldas para ignorar lo que él hacía, porque el animal de la dehesa de Carranco carecía de trapío, otra vez se le fue un toro vivo, pero también actuó un 5 de febrero, lo recuerdo en hombros de los aficionados en la avenida de Los Insurgentes y la de San Antonio, crucero bastante retirado de la plaza.

Subió de peso, hubo temporadas en México a las que José Luis no asistió y a partir de aquel toro que se le fue vivo le vino una depresión, no sólo su carrera, su vida sufrió una picada grave, tan peligrosa como pensar que la vida no tenía ningún significado, sino pensó en suicidarse, sí de dejarse morir, según me platicó el diestro tlaxcalteca en una entrevista televisiva.

Superó el tremendo bache, regresó a los ruedos, poco a poco cobró confianza en sí mismo. No en forma abundante pero los contratos empezaron a caerle, sobre todo en su tierra, hasta que el diestro se reencontró. Regresó a la Plaza México, pero en festejos de esos que se programan más por cumplir con el expediente que por otra cosa.

Pero 2014 fue un buen año, toreó 18 tardes, con algunas faenas importantes como la que realizó en Huamantla a un toro de García Méndez al que el juez terminó por indultar. Si los indultos en la Plaza México gozan de desprestigio, imagine usted en provincia; poco creíble en el medio taurino ese triunfo. Independiente del premio al toro, la forma en que Angelino cuajó ese burel fue de torero grande. Citando de lejos al extraordinario Universitario, aguantando la embestida y templándolo, porque el temple es una de las cualidades del mayor de los hermanos Angelino Arriaga.

Pero faltaba el triunfo en la Plaza México, la revancha de Pepe con la que da y quita.

Llegó el 4 de enero, una tarde en que se auguraba poco éxito, por la fecha, por el clima, porque sólo había un toro para cada uno de los siete alternantes, en fin. Le tocó en suerte un buen toro de Vistahermosa al que le cuajó una faena en la que fue capaz de reunir: experiencia, cabeza, técnica, sentimiento, corazón.

No fue un trasteo largo, pero sí con lances y muletazos que calaron hondo en el escaso público que se dio cita en La México. Su sonrisa de satisfacción luego de un remate con el capote indicaba lo a gusto que estaba. La invitación a banderillear a los subalternos Gustavo Campos y Cristián Sánchez fue un hecho insólito. Siguió el brindis a su mamá a través del micrófono, luego vendría lo bueno.

La suerte estaba echada. “Cardenal”, un castaño bien armado, era el toro del reencuentro de Pepe Angelino. Realizó una faena emocionante que algo quitó el frio a la concurrencia. El premio era de una oreja, eso sí ¡bien ganada!, una de las mejores del serial. Aunque luego el juez de plaza la echó a perder al otorgar la segunda peluda que provocó las protestas del público.

José Luis terminó de desahogarse con su llanto y en la entrevista televisiva: “A veces no tenía dinero ni para pagar la luz”, dijo entre cosas.

La fiesta de los toros ha recuperado un matador importante con 32 años de edad y 14 de alternativa, porque independientemente de las dos absurdas orejas que le concedieron, lo importante ha sido la gran faena. José Luis Angelino resucitó.

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