Tormenta y tormento de spots

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Redacción


Abril 10, 2015
Miguel Tirado Rasso Aunque usted no lo crea, estimado lector, apenas el domingo pasado inició formalmente el período de campaña para la elección de los 2 mil 159 cargos de elección popular que estarán en disputa el próximo 7 de junio. Con ello, a partir de ahora y hasta el 3 de junio, nos veremos abrumados por alrededor de 13 millones de spots que los medios electrónicos estarán difundiendo con los mensajes de los 10 partidos políticos contendientes y de las autoridades electorales, través de los cuales, aquéllos, estarán invitando a la ciudadanía a votar por sus candidatos. Y, entonces ¿el bombardeo de anuncios transmitidos por radio y televisión, más de 11 millones, que nos recetaron en enero y febrero? Ah, pues esos, correspondieron a dos de las fases previas a la que vivimos ahora y que tenían que ver con los procesos internos de los partidos para la selección de sus candidatos. Cosas de la ley electoral reformada y sus buenos propósitos, cuya intención es, a través de esta tormenta de mensajes promocionales, posicionar, entre la población, el proceso electoral, los partidos participantes y sus candidatos, para promover el voto en una desigual lucha por combatir el abstencionismo. Así que, en poco más de cinco meses, del 5 de enero al 3 de junio, para ser precisos, habremos sido el objetivo de la difusión de casi 25 millones de spots de 30 segundos cada uno, transmitidos a través de más de 2 mil estaciones de radio y televisión, a lo largo y ancho de todo el país. Una barbaridad de tiempo al aire con un costo mega millonario, si lo calculamos sobre las tarifas comerciales publicadas por las empresas de medios. Con semejante difusión masiva, se supondría, al menos en teoría, que la población estará más que bien informada de la existencia del proceso electoral, de su desarrollo, de los partidos políticos y sus plataformas electorales, así como del perfil de los candidatos contendientes, sus propuestas, promesas y compromisos. Suficiente estímulo para motivarlos a votar. Pues, nada más alejado de la realidad. Y es que, si a pesar de esa enorme disposición de tiempo, que considera una muy generosa dotación de spots para que cada partido político emita sus mensajes, hay dirigentes a los que les quita el sueño la celebración de un partido de futbol el día de la jornada electoral, por la competencia que esto le significa, algo anda muy mal. En números gruesos, estamos hablando que, al menos, para esta etapa de campaña, los tres partidos más grandes PRI, PAN y PRD estarán difundiendo algo así como 7 millones de spots en 60 días. Esto, independientemente del tiempo dedicado a las entrevistas a dirigentes y aspirantes en los programas noticiosos de radio y televisión que, por ley, debe ser en el mismo para todos, a efecto de garantizar equidad en la competencia. Miles de horas para comunicarse con los potenciales electores, inmejorable oportunidad para transmitirles sus mensajes. Claro está, siempre que estos existan y tengan contenido. Porque, con todo y lo mucho que se habla en los noticieros sobre estos comicios, los candidatos y sus partidos, y de los miles de spots que se transmiten diariamente, una encuesta que preguntara al ciudadano de la calle su opinión sobre los candidatos de su distrito, municipio o delegación, tendría un resultado decepcionante. Y es que, entre los dimes y diretes, denuncias, descalificativos, golpes bajos y reclamos a la autoridad electoral, que muchos utilizan como estrategia de campaña, la población se queda con lo negativo, pierde interés y duda en ir a votar. De acuerdo a la numeralia electoral, en esta materia predomina el principio de la cantidad sobre la calidad: Entre más partidos políticos participantes, más y mejor democracia, aunque varios de ellos no sobrevivan a su primera elección; un multimillonario gasto en campañas políticas que no impactan; miles de horas de transmisión para la difusión de millones de spots que no convencen a nadie y una generosa y descomunal partida por concepto de prerrogativas para los partidos en competencia que convierte la política electoral en un atractivo negocio de temporal, por mencionar algunos puntos. Va siendo tiempo que se privilegie la calidad sobre la cantidad, con lo que, además de un ahorro muy considerable en recursos humanos y monetarios, los electores estarían más dispuestos a participar y, desde luego, más convencidos y satisfechos de nuestro sistema democrático, lo que repercutiría en mejores elecciones. ¿No cree usted? [email protected]
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