Carlos Gómez La delincuencia organizada infiltró hasta los huesos a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Puebla (SSP) y demostró que es capaz de corromper a los hombres de máxima confianza de su titular, Facundo Rosas. La detención de Marco Antonio Estrada López, director de la Policía Estatal, por participar con la protección a una banda dedicada al robo de hidrocarburos evidencia que existen serias fallas en el control de confianza de los policías estatales. Lo peor de todo es que no hay posturas firmes, ni contundentes. Hay un silencio preocupante por parte del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, y del titular de la SSP, Facundo Rosas. Y lo existe desde que quedó al descubierto la red de espionaje que contrató el gobierno del estado de Puebla. No hay más que silencio. Y una mala lectura nos llevaría a pensar que la soberbia –de siempre– es lo que lleva a las autoridades estatales a guardar silencio. Quizá sea parte de una estrategia. Pero no refleja en su justa dimensión lo que ocurre en el cierre de la administración estatal. Hay síntomas claros de que se derrumba el mito del morenovallismo. Se cae a pedazos. Y todo empezó desde el 9 de julio del 2014 cuando el exceso policiaco provocó la muerte de un menor de edad en San Bernardino Chalchihuapan (y ahí estaba Marco Antonio Estrada López). La llamada “mano dura” de Facundo Rosas empezó a criminalizar la protesta social para tratar de callar las voces críticas contra el mandatario poblano. Una y otra vez esa “mano dura” se sintió contra diversos sectores sociales. Otro síntoma de que ya no hay puentes de comunicación entre gobernantes y gobernados. Hay una ruptura clara y peligrosa. Un tercer síntoma ocurrió el 7 de junio cuando los ciudadanos dieron la espalda a los candidatos de la “transformación”. Y ni con eso hubo cambios de fondo. El proyecto presidencial de Rafael Moreno Valle está sobre cualquier cosa, persona o circunstancia. Los “analistas políticos” creen que la vida de Puebla se desenvuelve en dos o tres personas con proyectos presidenciables. Todo eso es falso. La vida de los poblanos pasa por su calidad de vida, sus servicios públicos, sus ingresos, su atención médica, el costo del pasaje, la seguridad de su persona y bienes. Su tranquilidad, en pocas palabras. Hoy en Puebla mucho de lo que en verdad preocupa a los poblanos ya se perdió. Y con todo eso, el grupo del mandatario vive en otra realidad. Una muy distante a la de millones de poblanos. Cada día que pasa se cae ese mito. @gomezcarlos79 |
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