LUCERO HERNÁNDEZ* Volkswagen enfrenta una de sus mayores crisis mundiales. Su imagen ha decaído y la confianza del consumidor pareciera estar por los suelos. La marca alemana lo sabe, asume como puede el linchamiento mediático del que es objeto en todas las portadas de diarios. Lineamiento o no, ha asumido el silencio como escudo frente a las voces de quienes exigen sanciones y una respuesta al abuso de confianza. Atrás queda el recuerdo del tradicional Sedán, el llamado “escarabajo”, cuya fabricación comenzó en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Por 58 años conquistó mercados alrededor del mundo, entre ellos México. En 2003, la atención estaba centrada en la última producción del vocho, el automóvil más popular de la marca. Contrastante resulta el recuerdo del vochito frente al escándalo que envuelve a la marca ante la instalación de un software para manipular emisiones emitidas por los motores en 32 mil vehículos que hoy circulan en las calles de México. Hasta hace unas semanas la Volkswagen era emblema de la excelencia en la fabricación de automóviles, un Sedán había conquistado el mercado mexicano; hoy, su sello pasó de lo “bien hecho” a la manipulación. Mientras en Europa y Estados Unidos, la exigencia hacia la marca se refuerza con la suspensión en ventas en mercados como Suiza, Bélgica, Canadá, Estados Unidos y recientemente Rumania, en México el escenario es muy diferente. Vemos una Alemania con políticos que exigen investigación profunda y transparencia en el caso, una España que demanda indemnizaciones y habilita teléfonos para responder a usuarios. En contraste, en México se asume el lujo de comprar los vehículos que no sean aceptados en el país norteamericano, se pide “dimensionar el tema” y ubicar que el fraude sólo abarca 20 por ciento de la producción alemana en México, se hace un llamado a la unidad por la empresa que aporta el 17 por ciento del PIB estatal. El silencio, decíamos, es el mejor aliado de la firma alemana, pero no es el más escudo y en esto deriva la crisis que enfrenta, ¿cómo una empresa con 51 años de historia en México no ha podido hacer frente a una crisis que rebasó fronteras y arrastra futuras inversiones? Léase una respuesta tardía o limitada, un mínimo acercamiento con su consumidor, la falta de una estructura interna que propició una demanda por parte de Audi y luego un desmentido, sea un sindicato enmudecido o un plan de comunicación perfilado al “no pasa nada” como parecen encontrarse las redes sociales de la compañía. Una empresa trasnacional sabe actuar bien frente a escenarios de crisis, cuenta con un plan de manejo de crisis, con un semáforo de situaciones emergentes y con un acercamiento directo al público. ¿Qué pasa en México? El apoyo lo tiene, con autoridades que piden respaldar la marca, con confianza en sus planes de inversión, con organizaciones empresariales y corporativas que callan antes que emitir una mala declaración, con organismos dedicados al cuidado del ambiente que afirman que el escándalo de Estados Unidos no se puede medir igual en México, que la NOM 042 mide estándares que permiten la libre circulación de unidades como las involucradas en el escándalo. México no se ha sumado al listado de países que suspendieron las ventas de vehículos diesel de Volkswagen, esto parece la antesala de las próximas declaraciones por parte de la Semarnat o la Profeco, señalando que la marca no ha violado ninguna norma en nuestro país. La realidad es que esa marca ya habrá sufrido una gran devaluación, lejos del “Made in Germany” que era significado de excelencia y confianza. Atrás de esa imagen afectada, están los miles de poblanos que fabricaron los vehículos hoy señalados, mexicanos que cumplieron un trabajo pero que enfrentarán las malas decisiones de unos cuantos. Superar la crisis será el reto real de la marca en México, una tarea nada fácil, pero sí complicada, donde las decisiones fuera del país serán clave para una reestructura interna, donde Audi o BMW en sus aperturas en San José Chiapa y San Luis Potosí, serán el primer escalón hacia la construcción de una nueva confianza con el mercado. *Jefa de información en El Popular, diario imparcial de Puebla. |
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