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RODRIGO ROSALES ESCALONA Mientras en el mundo se debate entre la crisis económica y políti­ca, derivado de una guerra feroz por el control de la economía, cau­sando una severa crisis entre los pueblos quie­nes pagamos las consecuencias de este capita­lismo salvaje, muestra de ello es la migración de miles de sirios, iraquíes, africanos, hacia una Europa desgastada económica y financie­ra; en Estados Unidos, también llegan miles de migrantes mexicanos, centroamericanos y de otros países de Latinoamérica. El capitalismo salvaje ha demostrado que nada le importa la seguridad económica, edu­cativa, salud, salarial, laboral ni derechos ciudadanos de los habitantes proletarios del mundo, en cuanto sus intereses económicos y financieros estén a salvo y en crecimiento. Tenemos que si seguimos la crisis financiera e hipotecaria de 2008, quienes al final de cuen­tas salieron ganadores, son los grandes con­glomerados bancarios y financieros, cobijados por los gobiernos de Estados Unidos, arrui­nando economía y seguridad de miles de fami­lias en dicho país como en Europa. A la fecha, no miden consecuencias de cómo sumen cada vez más en la pobreza a los pueblos, haciendo cada vez más dependientes a las nacio­nes subdesarrolladas de sus intereses econó­micos. Ahí tenemos el mar de migrantes hacia Europa, la miseria que padecen en sus países, las guerras intestinas que el gran capital provocó. Mientras el mundo se sacude, otro escena­rio cruel se prepara. La antesala es el neolibe­ralismo quien se traga al mundo. En nuestro país, primero fue el TLC bajo el mandato de Carlos Salinas de Gortari, quien inicia la privatización de México, continuando la labor con Ernesto Zedillo y los nefastos Vicente Fox y Felipe –Calderón. A la fecha, se continúa con nuevos esquemas. Los apologistas de la historia cruel, se mani­fiestan a través de documentales, de “ensayos” periodísticos, etcétera, para ponderar la “labor modernista de México del siglo 19, con Porfirio Díaz”, soslayando que esto fue a sangre y fuego en contra de campesinos y obreros, sumiéndolos en la pobreza y esclavitud. Lo anterior no tiene nada de extraño en cuanto a que es con el fin de inducir y persuadir al pueblo, de que “necesitamos mejor y más desarrollo y moder­nización de la economía nacional”. Cierto, coincido con que necesitamos eso, pero no acosta de sumir­nos más en empobrecer en todo al país. El nuevo TLC, bajo el nombre de El Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (Atp). Los ministros de Comercio de 12 naciones del Pacífico, entre ellas México, alcanzaron un acuer­do sobre un amplio pacto comercial que reducirá las barreras arancelarias y establecerá estándares comunes. Lo cierto es que críticos manifiestan que: “Más que un acuerdo de comercio multilateral se busca reforzar la política estadounidense de bene­ficiar, sobre todo, a su industria, no al ciudadano común ni a los países en desarrollo, pues establece­ría regulaciones específicas y extendería leyes de pro­piedad intelectual restrictivas”, afirma Marco Correa, integrante de la ONG chilena Derechos Digitales, la cual ha creado la red de organizaciones llamadaTPP Abierto, en referencia a la demanda de que se elimi­ne el secretismo con que se negocia dicho acuerdo. “El TPP es un gran peligro porque es el mode­lo para el futuro de eventuales tratados de libre comercio”, dice Melinda St Louis, integrante de PublicCitizen, una de las organizaciones que lide­ra la oposición al TPP en Estados Unidos. Claro está que México firmó su incorporación, sin considerar que hay memoria histórica sobre cómo nos va con el TLC, donde la miseria social salta a la vis­ta, donde cada vez más perdemos soberanía y esta­bilidad social. La violencia y ambiente de represión, es de todos los días. La historia del siglo 19, donde la repartición territorial del mundo cobró nefastos resul­tados para la clase trabajadora, dio origen a revolu­ciones y guerras. No pretendo ser alarmista, pero el hambre es hambre. rodrigo.ivan@yahoo.com.mxy de prospec­tiva social

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