LUCERO HERNÁNDEZ* Construir la marca de empleabilidad debería ser para las empresas un valor añadido al ejercicio de liderazgo continuo. Gozar de un prestigio dentro de un sector de negocio no habría cobrado mayor relevancia si se analiza desde el ángulo del recurso humano. ¿Cuántas empresas ahora construyen su marca de empleabilidad? Ni siquiera existe un reconocimiento a la filosofía de trabajo. Apostar por la fuerza laboral no representa un interés en las relaciones profesionales dentro de los corporativos de empresas mexicanas. Esa es la realidad que enfrentamos los trabajadores al momento de elegir un lugar de trabajo. Es creciente la inconformidad que hoy habita en miles de trabajadores que acuden de manera diaria a cumplir una jornada laboral y esperar con ansias la hora de salida, fuera de una oficina u olvidando el papeleo, manejo de máquinas o teclado de las computadoras. Las empresas olvidan el valor que representa el recurso humano y más allá, dejan de reconocer que en cada persona que ingresa o egresa, representa una voz de esos corporativos, forman parte ya la marca de empleabilidad. Es justamente de ese distintivo del que cientos de empresas se olvidan, abandonan la idea de diseñar, reforzar y posicionar esa marca que representa el recurso humano que hace posible una organización, un sello empresarial. Voces en contra o a favor posicionan a la compañía dentro de rubros donde resulta positivo o negativo trabajar, y aunque pareciera que la salida de un trabajador es común dentro de una empresa, la realidad es que es un canal de posicionamiento de marca sólo el empleador sabrá los resultados que generará esa salida. En ello recae la importancia de retener el talento humano, de generar las condiciones aceptables, de reforzar el salario no tangible, de consolidar una filosofía de trabajo donde su ejecución forme parte de las actividades diarias al interior del corporativo. Atrás deben quedarse los exámenes psicométricos; la comunicación organizacional se ha renovado hacia formatos de desarrollo humano, donde el reconocimiento es intelectual, las habilidades asumen una posición estratégica y la generación de conocimiento se convierte en el ejercicio cotidiano que otorga ventaja competitiva; ya no es el producto, es el recurso humano. Pero la realidad laboral en Puebla no parece ubicarse en ese entorno de revolución humana, y es que cómo lograrlo en medio de un escenario que ha obligado a más de 86 mil 159 poblanos a laborar sin garantías de seguridad social, con poco más de la mitad de la base productiva que mueve al estado, en medio de salarios que se ubican por debajo de un mínimo de bienestar social, ingresos menores a 3 mil 500 pesos. Claro que falta innovación y desarrollo, pero más que eso, es el reconocimiento de las condiciones del empleo que actualmente generamos, donde cada vez es más común la búsqueda por mejores condiciones por parte de los buscadores de empleo, ya no es la apuesta por mejorar las áreas de trabajo, reforzar la capacitación o reconocer el talento. Si las empresas identificaran esto, sabrían que la competencia se puede enfrentar con menores costos y con mayor fortaleza del recurso humano. Si es el conocimiento la cuarta variable que genera riqueza para un país ¿por qué no apostar por el desarrollo de talento? Sígueme en @Luz_HernandezG * Jefa de Información El Popular, diario imparcial de Puebla. |
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