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Gali, el difícil tránsito a la gubernatura

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RODOLFO RUIZ R José Antonio Gali Fayad debería conside­rar —y en serio— la posibilidad de decli­nar a la candidatura del PAN, el PRD y otros partidos estatales como Pacto Social de Integración (PSI) y Compromiso por Puebla (CPP) a la gubernatura de Puebla en el 2016, pues el riesgo de que pierda las elecciones es muy alto. En principio porque la mayoría de los elec­tores está en desacuerdo en que solicite licencia como presidente municipal de Puebla para inten­tar suceder a su jefe político, el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, como candidato de un blo­que o una coalición amplia de partidos políticos. Porque en la construcción de su precandida­tura Gali Fayad ha podido percatarse que varios de los principales cuadros del morenovallismo no lo están apoyando, sino al contrario, inten­tan acotarlo en decisiones estratégicas en torno a quiénes deben integrar su equipo de campaña y quién debe quedarse al frente del Ayuntamien­to capitalino. En otras palabras: intentan imponerle a su coordinador de campaña, a su operador de medios y de propaganda, considerando a per­sonajes que están más vinculados al gobernador Moreno Valle que a él mismo, y decidir al margen del Cabildo y los grupos al interior del Ayunta­miento quién de fuera debe quedarse en su lugar durante la campaña y después de ésta, en caso de que gane la gubernatura o decida no regresar a la presidencia municipal de Puebla. Porque se han tomado decisiones que inciden en el ánimo de panistas y los electores en general sin considerar su punto de vista, como los can­dados legales aprobados por el Congreso contra las candidaturas independientes; la llamada Ley Gali que deja en manos del Congreso del estado la designación de su sustituto, sin convocar a su suplente; y el nombramiento de Jesús Christian Giles Carmona y Martha Erika Alonso Hidalgo como presidente y secretaria general del Comité Directivo Estatal (CDE) del PAN. Porque lo han excluido de la solución de los conflictos y la crisis interna del PAN, que lejos de atemperarse con la renovación anticipada del CDE encabezado por Rafael Micalco Méndez, parece profundizarse con el arribo de la esposa del gobernador a la dirigencia estatal, el inicio de procesos administrativos y penales en contra el exalcalde Eduardo Rivera Pérez y algunos de sus funcionarios en el Ayuntamiento de Puebla, y la designación de Carlos Daniel Hernández Olivares como diputado local, en lugar de Juan Carlos Mondragón Quintana, tras la licencia defi­nitiva de Eukid Castañón Herrera. Porque varios de los que fueron aliados suyos en los comicios intermedios del 2013, como Fer­nando Manzanilla Prieto, Ana Teresa Aranda Orozco y Eduardo Rivera, no sólo no lo están apo­yando, sino que podrían jugarle las contras como impulsores o abanderados de candidaturas inde­pendientes o ciudadanas. Porque mientras la gente siga percibiéndolo como el delfín de Moreno Valle y el instrumento de éste para seguir gobernando la entidad más allá de su sexenio, los pasivos y negativos del actual Ejecutivo estatal seguirán pesándole y anclándo­lo política y electoralmente. En las últimas cuatro décadas, la historia polí­tica de Puebla confirma que ningún gobernador ha logrado dejar sucesor. Y porque él mismo ha podido corroborar en carne propia el desgaste de la imagen del gober­nador saliente y el malestar social que existe en contra de su administración no sólo por las foto­multas, las deficiencias en las rutas troncales y alimentadoras del Metrobús, el encarecimiento en las tarifas de agua potable y la construcción de algunas obras de relumbrón pero poco prio­ritarias, sino por la intolerancia, la falta de diá­logo y el autoritarismo en el ejercicio del poder del actual grupo gobernante. En corto El despacho del exprocurador de la República, Anto­nio Lozano Gracia, es el encargado de la defen­sa legal de Eduardo Rivera Pérez y algunos de sus colaboradores ante los procesos administrativos y penales que se han iniciado en contra de varios ellos. Se sabe que al expresidente municipal de Pue­bla le volvieron a pedir que se alejara de la enti­dad, incluso con el ofrecimiento de un cargo públi­co en Querétaro, y que ante su negativa, se reac­tivaron algunas demandas por supuestos pliegos de cargos no solventados de sus cuentas públicas de su segundo y tercer año de gobierno. El asunto ya es observado de cerca por algu­nos miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PAN que le han cuestionado a Ricardo Ana­ya Cortés esta conducta revanchista del gober­nador de Puebla. *** Para aquellos panistas que han minimizado la renuncia de Ana Teresa Aranda Orozco al PAN valdría la pena que se asomarán a su Facebook, Twitter y WhatsApp, pues en 36 horas recibió más de 500 mensajes de apoyo de militantes y simpa­tizantes de distintos municipios de Puebla, y de diferentes ciudades del país. *** Por cierto. El día que Ana Teresa Aranda hizo pública su renuncia a 26 años de militancia panis­ta, el jueves 15 de octubre, se reunió a comer con simpatizantes, entre los que estuvieron el presi­dente municipal de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa Torres, y el hijo del coordinador nacio­nal del partido Movimiento Ciudadano, Dante Delgado Rannauro. Twitter: @periodistasoy

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