“HORIZONTES”

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Redacción


Abril 01, 2016
Por: Tere Mora Guillén Esta semana Santa no podía pasar dejando un saldo blanco en nuestro planeta. Inútil abstraer la atención y no echar una mirada hacia Pakistán, uno de los países más castigados por el terrorismo. Las imágenes son aterradoras, grotescas, una vez más vemos la tristeza, la desolación, el llanto y desesperación en los rostros de hombres y mujeres abatidos ante la muerte de sus pequeños retoños, el pasado domingo, cuando una multitud de cristianos celebraba la Pascua en el parque Gulshan Iqbal de la ciudad paquistaní de Lahore. En esta ocasión fueron 72 las víctimas mortales, entre las que se cuentan al menos 18 mujeres y 29 niños. En sí los fallecimientos tumultuosos de personas adultas duelen, más aún cuando se trata de menores, de seres inocentes que nada tienen que ver con las guerras, almas limpias, recién llegadas de cielo, que con su risa, deben llenar de regocijo a sus padres, familiares, mentores y al mundo entero. Obligado y utópico sería –desde un punto de vista personal-, implementar el desarme a nivel mundial y desmantelar cuanta fábrica de armas y explosivos hubieran en nuestro mundo, para partir de cero a crear la paz y desterrar las guerras encarnizadas entre pueblos y ciudadanos del orbe, independientemente del credo que profesen. Asimismo, fomentar los valores morales entre niños y jóvenes, con el propósito de sumarnos todos en la edificación real de un mundo mejor. Hace falta recuperar un sentido y respeto absoluto por la vida, amarnos más los unos a los otros. Hemos visto que la desintegración familiar, la pobreza, el deterioro ambiental, las guerras, la violencia y desamor han creado el caos en que nos encontramos los seres humanos y el planeta en que vivimos. Dicen que para obtener resultados diferentes hay que hacer las cosas de otra manera. Todos somos parte de este mundo y urgen acciones que erradiquen el mal desde la raíz. Hagamos cada día una buena acción, actuemos de manera positiva, con honradez, que significa rectitud de ánimo e integridad en el obrar, con el único fin de fomentar la paz desde nuestro hogar, para posteriormente acrecentarla a nuestra comunidad y a nuestra patria. Aprendamos a perdonar a quienes nos ofenden, a ser coherentes y ser un ejemplo desde nuestra familia hacia el exterior. Antes de hablar debemos escuchar, antes de herir debemos sentir, antes de odiar debemos amar, antes de rendirnos debemos intentarlo y antes de morir, debemos vivir. [email protected]
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