“HORIZONTES”

Por: Tere Mora Guillén Es momento de solidarizarnos a favor de nuestros hermanos ecuatorianos, luego de que la noche del pasado sábado, se registró un terremoto de magnitud 7.8 en la escala de Ritcher. La fuerza de la naturaleza arremetió contra el país sudamericano, lo que ocasionó una tragedia impredecible, hasta el momento el saldo es de al menos 238 muertos y más de mil 500 heridos. Difícilmente los mexicanos olvidaremos aquel 19 septiembre de 1985, cuando a las 7:17 de la mañana, se registró el terremoto que devastó la Ciudad de México, y alcanzó los 8.1 grados en la escala de Ritcher, cuyo epicentro fue localizado en el Océano Pacífico, frente a las costas del estado de Michoacán, muy cerca del puerto de Lázaro Cárdenas. Luego habría de venir la réplica que causó pavor y más daños. Cómo olvidar el vaivén de las casas, de la Torre de Mexicana de aviación al momento del sismo que nos sacudió como nunca antes; en aquellos tiempos laboraba en el octavo piso de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, más tarde constaté que el edificio donde laboraba se había venido abajo, y algunos compañeros perdieron la vida al quedar atrapados entre los escombros. Lo mismo ocurrió con las instalaciones de “Televisa” ubicadas en niños Héroes y en diversos puntos de la ciudad había edificios en Tlatelolco, casas habitación, hospitales, hoteles, negocios colapsados con cientos de personas atrapadas, hubo miles de muertos y heridos, inclusos hay quienes sufrieron mutilaciones y a la fecha tienen la huella de la tragedia en su cuerpo. Asimismo no fueron poco los huérfanos que fueron adoptados al fallecer sus padres, hubo familias desintegradas, corazones apachurrados por el dolor, días de solidaridad, de tender lazos y dar lo mejor de cada uno en albergues, hospitales y en los propios hogares. Luego hubo la llegada de la ayuda internacional y el agradecimiento por quienes vinieron a auxiliarnos, las manos eran pocas ante la dimensión de la tragedia. La vida cotidiana quedó en suspenso, las sirenas de ambulancias y bomberos; el llanto, el dolor reflejado en las caras de hombres, mujeres y niños. Fue necesario acudir a los albergues a llevar provisiones, agua, medicamentos, cobijas; en suma consuelo a quienes perdieron sus viviendas. Entonces no hubo distinción de clases, todos nos hicimos uno; de las cenizas resurgió un México mejor. Han pasado ya 30 años, aunque los simulacros se realizan con frecuencia en dependencias gubernamentales, escuelas, hospitales, empresas, deportivos, sólo por citar algunos; aún queda el temor ante la presencia de un sismo por leve que sea. Por lo anterior, desde aquí un exhorto a los ciudadanos del orbe a tender nuestra mano a nuestros hermanos ecuatorianos, vamos hoy por ellos; no sabemos mañana, -aunque dirijamos nuestras plegarias al todopoderoso-, si nosotros mismos habremos de volver a requerir los brazos generosos que lleguen de todas latitudes. Hasta ahora sabemos los daños en Ecuador son graves, es un país con grandes carencias económicas, cientos son los desaparecidos y los muertos se cuentan por decenas, hubo el colapso de carreteras, hay desolación, tristeza y desesperación. En suma, es momento de sumarnos y solidarizarnos de la forma en que mejor consideremos con nuestros hermanos ecuatorianos, hagámosles más fácil su recuperación. [email protected]

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