DEBATE

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Redacción


Abril 26, 2016
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN

Largamente esperados, los debates políticos entre candidatos a cargos de elección popular resultan ser distintos a lo que se espera, ya que derivan, normalmente, en ataques entre los aspirantes mejor posicionados.

Es cierto que se trata de mostrar las debilidades y los errores cometidos por los contrarios a lo largo de su actividad pública, aunque terminan en una serie de dimes y diretes y en un lavadero de ropa sucia.

Los contendientes esperan hasta el debata para mostrar las debilidades de los principales candidatos y echar sobre ellos todo tipo de argumentos, olvidando que los debate son, principalmente, para mostrar sus proyectos de trabajo, en caso de ganar la elección.

Desde que John F. Kennedy debatió con Richard Nixon en lo que fue considerada la primera discusión en su tipo televisada, los debates adquirieron un interés particular para conocer a los candidatos a los principales cargos de elección popular.

Fue así como el primer debate entre candidatos presidenciales se produjo entre el panista Diego Fernández de Cevallos, el priista Ernesto Zedillo Ponce de León y el perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, arrojando como resultado que creciera de forma inmediata la figura del panista.

Inexplicablemente, Diego no aprovechó esa súbita popularidad obtenida ante el avasallamiento que hizo sobre sus adversarios, principalmente de Zedillo a quien calificó como el niño de dieces.

La figura de Andrés Manuel López Obrador creció en un debate televisado, donde su objetivo se centró en Diego Fernández de Cevallos que no era candidato de nada (lo era a senador plurinominal) y ante la ofensiva lanzada prefirió hacer mutis.

En la competencia presidencial, Vicente Fox Quesada popularizó la frase de “hoy, hoy, hoy”, cuando el debate que sostendría con otros candidatos fue suspendido por no encontrarse condiciones adecuadas para ello.

Cuando se realizó fue el momento amargo del priista Francisco Labastida Ochoa, quien se lamentó de los señalamientos de Fox hacia su persona: “me ha llamado mariquita, me dijo lavestida”, además de otras cosas dijo el sinaloense, con lo que se desplomó en las preferencias ciudadanas.

No se olvida como Roberto Campa Cifrián atacó con todo a Roberto Madrazo Pintado a quien acusó de evasor de impuestos, situación que muchos meses después se comprobó que no eran ciertos los señalamientos.

Sin embargo, Madrazo Pintado se desplomó en las encuestas (ya venía en picada) y la contienda presidencial se centró en Felipe Calderón Hinojosa (ganador) y Andrés Manuel López Obrador, a unos cuantos votos.

La siguiente confrontación de candidatos presidenciales fue con Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota, memorable por la fotografía que sostenía el tabasqueño en sus manos y se encontraba de cabeza y por la presencia de la edecán.

En realidad los debates entre candidatos presidenciales han tenido sus momentos épicos, pero no por la confrontación de ideas, sino por las anécdotas que surgen de los mismos.

La presentación de proyectos, planes de trabajo y ofertas son, casi siempre, secundarias, pues se considera más importantes los ataques entre unos y otros.

Eso fue lo que sucedió en Veracruz, donde el primera debate organizado por la autoridad electoral se sostuvo el domingo, con los primos Yunes como principales protagonistas.

Curioso, pero Yunes bueno, apoyado por tres candidatos más de otros partidos políticos, atizaba contra su primo catalogado como Yunes malo y cuestionaba su aparente enorme fortuna personal y familiar, mientras que el otro aprovechaba su tiempo para presentar propuestas y arremeter contra el gobernador del estado.

Se esperaba que el priista Héctor Yunes Landa aprovechara el foro para exponer sus propuestas, deslindarse del actual gobierno y presentarse como el candidato de la opción, prefirió enfocar sus baterías contra su primo Miguel Ángel y cuestionar la fortuna del panista a lo largo de su carrera política.

En su propósito lo ayudaron los candidatos expanistas Alba Leonila Méndez, Alejandro “Pipo” Vázquez y hasta Juan Bueno Torio.

Y es que Miguel Ángel declaró hace unos días que su fortuna asciende a once millones de pesos, cuando su primo consideró que llega a más de 400 millones de pesos.

La fortuna del panista es uno de los grandes misterios de la vida, ya que recibe obuses de todos lados, sin que se aclare la misma, como tampoco la de su hijo Omar, el único que no participa en política.

Se han presentado grabaciones y denuncias sobre la acumulación de propiedades y negocios por parte de Miguel Ángel, mismas que no se han comprobado en forma real.

Pero en un debate la incertidumbre de la misma permite cuestionarla y llegar al extremo de que el priista propusiera al panista abrir las casas de cada uno de ellos y de sus hijos para mostrar al pueblo como vive cada uno de ellos.

Los dardos de uno y otro lado no lograron el impacto esperado y la figura que se esperaba surgiera como emergente decepcionó en sus participaciones.

Es cierto que Cuitláhuac García no entró en la guerra de descalificaciones, pero tampoco tuvo una participación brillante, para mostrar ese crecimiento de que dan cuenta las encuestas, mismas que se consideran han sido infladas, para mostrar una supuesta elección de tercios, cuando en Veracruz está definido que será de dos.

El otro candidato Armando Méndez de la Luz, del Movimiento Ciudadano, simplemente pasó inadvertido

Aún queda otro debate que organiza el órgano electoral y se verá si es que este tipo de confrontaciones sirve para definir las preferencias ciudadanas o se llegará hasta el día de los comicios con un proceso sumamente competido.

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