¿Participación ciudadana?

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Emmanuel SHERWELL


Julio 04, 2016

Recuerdo de tiempo atrás que el rector de la Universidad Iberoamericana Puebla, Fernando Fernandez Font s.j, enunció que las autoridades no darán resultados si los ciudadanos sólo acuden a las urnas y no están pendientes de las acciones que realizan cuando están al frente de los cargos. Que la democracia de un país, un estado o una ciudad, implica la participación de la ciudadanía en las elecciones pero también durante los ejercicios de gobierno.

En las pasadas elecciones de Puebla, la participación ciudadana fue una de las más bajas en el país. Antonio Gali Fayad, ganador de la gubernatura resultó ser el menos votado de los últimos 12 años. Su meta fijada de campaña que era llegar a un millón 200 mil votos, la misma que tuvo Moreno Valle en 2010, no se cumplió. Pese a haber sido una elección a gobernador, las elecciones avivaron desencanto y poco interés en la población, generando un serio cuestionamiento y una preocupación que el gobierno entrante y las autoridades electorales deben prestar atención.

Una consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación y ésta debe expresarse esencialmente en actividades mediante las cuales el ciudadano, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece (Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes).

Sin embargo, la baja participación observada en este como en otros procesos electorales puede tener muchas razones, decepción, poco interés, apatía, cansancio de la corrupción, poca información sobre los candidatos; aunque también puede ser un reflejo de las grandes barreras a la superación de los continuos obstáculos sociales, culturales y jurídicos que con frecuencia la sociedad está sufriendo, y que los propios representantes no dan clara solución, reflejando personajes e instituciones siempre limitados, carentes de expresión, y circunscritos a intereses partidarios.

Es una gran aspiración de toda población participar y si se quiere lograr consolidar un verdadero gobierno democrático es necesario que el mismo proceda (sine qua non) de un proceso participativo amplio de la ciudadanía. Pero si el reflejo es limitado o contrario, es muy difícil que un gobierno e instituciones sean conexos con la población en cualquiera de sus niveles: a informarlos, escucharlos e implicarlos en el ejercicio de sus funciones.

Una democracia auténtica debe implicar, como expresa Fernandez Font, la participación de la ciudadanía en las elecciones y también durante los ejercicios de gobierno. Creo a bien que estos meses llega a ser un buen momento para que la clase política emerja y se mantenga en firmes principios morales, con decisiones que atañan a la vida y que permitan aún más a informar, escuchar e implicar en el ejercicio de las funciones a los ciudadanos. Pero también, que las personas sean más perceptivas de cómo se ejercita la función pública y política, y que crezcan en formación para la participación activa en política, en la exigencia decidida e informada generando actitudes nuevas ante una clase política que parece alejada de la ciudadanía.

La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común.

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