El declive

El gobierno ha claudicado en su tarea de servir. La alta burocracia utiliza el poder para servirse.

Si la Secretaría de Hacienda dice que está "ajustando" el precio de la gasolina, el diesel y el gas debido a que se busca homologar sus precios con el mercado internacional, está mintiendo sin duda. Utilizar argumentos tecnocráticos para justificar medidas recaudatorias es tratar de engañar a usuarios y generar un proceso inflacionario perverso.

Si la Secretaría de Gobernación dice que está "dialogando" con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), está mintiendo. Lo cierto es que la dependencia de Bucareli está cediendo ante una de las más poderosas fuerzas políticas a que se haya enfrentado el sistema gubernamental.

La CNTE está apoderándose de una franja importante de la costa del Pacífico Sur y puede que en poco tiempo esa acción sea irreversible. Los daños a la industria, al comercio, al turismo y a la educación de la niñez están comenzando a afectar al resto del país; las vías de tránsito están colapsadas y el gobierno federal no sabe cómo armar el rompecabezas que la fatalidad puso en torpes manos. La CNTE tiene en jaque al gobierno, y se vislumbra el jaque-mate.

Si la Comisión Federal de Electricidad (CFE) aumenta las tarifas, no se debe también a "ajustes internacionales", sino a que finalmente no puede arrastrar más con su brutal déficit financiero, que para sustituir parte del subsidio que dice otorgarse a los consumidores, eleva precios del fluido eléctrico y con ello coadyuva con la pinza recaudatoria que poco a poco va imponiendo Hacienda.

Si, como hemos comentado, se pretende ocultar el nivel de pobreza que padece el país, quiere decir que la política de desarrollo social es un fracaso y los programas asistenciales en realidad buscan repartir favores como moneda de cambio político con miras a las elecciones, especialmente a las del Estado de México en 2017, lugar de origen del presidente Peña Nieto y entidad cuyo gobernante supone que debe suceder a su antecesor en un mecanismo "dinástico-republicano" emanado del llamado Grupo Atlacomulco.

La política económica en general está fallando. El gasto gubernamental está orientado no a la inversión productiva ni a la generación de empleos. Su falsa misión en subsidiar la pobreza, para que ésta subsista y sea la carne de cañón para las batallas electorales. En la otra faceta está el más reprochable de todos los dispendios públicos: la promoción publicitaria y propagandística de imagen de gobernantes, instituciones y poderes federales.

Se pretende hacernos creer que tenemos cuerpos de seguridad, de justicia, de defensa y policía, al nivel de los países del primer mundo, pero la triste realidad es que ni cambiando el sistema de justicia penal por el llamado "acusatorio" habrá justicia en México. Se ha inventado ofrecer a los delincuentes su condición de "inocentes" hasta que no se les pruebe lo contrario, sin prefigurar que también en el Derecho existe razonablemente la presunción de culpabilidad.

Si la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y sus símiles de los estados dicen proteger a la ciudadanía de los atropellos del oficialismo, está mintiendo. Tal parece que su misión es proteger a los pillos e involucrar a las víctimas en enredos que terminan revirtiendo la condición de tales. La delincuencia organizada y la común, campean en México sin que haya la fuerza legal capaz de hacer cumplir las leyes.

El país está en declive. Contra la suposición de que había un "nuevo" PRI, diferente de aquel mal recuerdo de Echeverría y López Portillo, nos encontramos que ese partido se ha transformado en un engranaje descompuesto. El "nuevo" PRI es una burda caricatura de una vieja organización que tuvo control político hasta 1970 y que se ha llenado de millenials cuya ambición desmedida está propiciando la "venezolanización" de México y favoreciendo el ascenso del más nefasto populismo. El gobierno ha claudicado en su tarea de servir. La alta burocracia utiliza el poder para servirse.

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