Miércoles 10 de Agosto de 2016

En días pasados participé en el Congreso Internacional de Ciencia Política, organizado por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey  y la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas (Amecip), un valioso espacio para el diálogo e intercambio de ideas entre académicos, funcionarios públicos, representantes de organizaciones no gubernamentales y estudiantes de diversos países del mundo.

En una reunión con académicos de Stanford y Harvard, así como con el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), analizamos la coyuntura política por la que atraviesa la democracia mexicana. Coincidimos en que el país está en una situación, derivada de distintas causas que han originado los efectos que se manifiestan en nuestra cultura política mexicana, los cuales podrían ser superados con educación cívica; aunque es una apuesta de largo plazo para revisar nuestro rol como ciudadanos y asumirnos como titulares de derechos y obligaciones. Entre los elementos que describen esta crisis destacan, la ausencia de gobiernos honestos, transparentes y efectivos que no han sido capaces de cumplir con lo que prometen en campaña como partidos políticos; y por otra parte, la débil calidad ciudadana que nos caracteriza, al no distinguirnos por ser ciudadanos participativos y comprometidos con su entorno social para exigirles una rendición de cuentas.

Dos temas fueron clave en la conversación que tuvimos: la desconfianza en las instituciones y la falta de credibilidad en los funcionarios públicos; siendo la corrupción el factor que las explica.

En este sentido, el consejero presidente del INE, doctor Lorenzo Córdova, nos comentó que en el organismo está elaborándose la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023, que se dará a conocer próximamente, con la que concluiría su periodo a cargo de dicha institución. El INE convocó a todos los sectores sociales: público, privado y social a contribuir con sus aportaciones a enriquecer el contenido de la misma. Es relevante no sólo por el hecho de apostarle a una política de Estado en educación cívica, sino porque según nos comentó, hacía 15 años que no se firmaba un Convenio entre la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal y el INE con este propósito. Lo cual ocurrió después de que dicho organismo presentara con el Colegio de México (Colmex) los resultados del Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México en 2014, en el que se identifican los retos que tenemos para confiar y creer en los otros y organizarnos colectivamente.

Los ejemplos de que nos hace mucha falta una cultura cívica en el país nos sobran:

Ante casos de corrupción, sin que haya una exigencia de la ciudadanía por respetar la ley, no son suficientes las disculpas públicas del Presidente de la República si no van acompañadas de hechos que demuestren un cambio en el ejercicio del poder público; no es aceptable tampoco que los políticos promuevan su imagen por todo el país si no explican de dónde provienen esos recursos.

Cuando un ciudadano mexicano tiene que arrodillarse frente a su gobierno para que le dé resultados, estamos presenciando una falta grave al Estado de Derecho y una ausencia notable de una ciudadanía que debería estarse ejerciendo de otra manera. El ciudadano tiene derechos, no privilegios, y tiene la capacidad de exigirle al Estado que vele por los derechos más elementales como lo es garantizarle la vida y la tranquilidad de tener una familia en paz. Que el gobierno cumpla con ese mandato no es un mérito, es lo mínimo que debe hacer.

En resumen, ya tenemos una alternancia política en el poder pero no hemos conseguido una transición social, en la cual el ciudadano sea el centro del sistema político para pasar de súbditos a ciudadanos. A eso debemos aspirar, a concluir la transición política democrática que sigue inconclusa.

info@reconstruyendociudadania.org / @floresm_mx

* Politóloga del Tecnológico de Monterrey en Puebla