La semana pasada presenté un acuerdo ante el Congreso del Estado para que, en consonancia con la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente de México, se promuevaen Puebla la incorporación de contenidos ecológicos, desarrollo sustentable, mitigación, adaptación y reducción de la vulnerabilidad ante el cambio climático, protección del ambiente, conocimientos, valores y competencias, en los diversos ciclos educativos, especialmente en el nivel básico, así como en la formación cultural de la niñez y la juventud.

La propuesta surge tras analizar el hecho de que uno de los obstáculos más grandes que se presentan al momento de encontrar soluciones a los problemas del cambio climático y sus efectos sobre la humanidad es la falta de sensibilización y comprensión del tema por parte de gran parte de la población, pues la falta de interés, el desconocimiento y el mantenerse ajenos a la discusión derivan en el lento proceso que existe para mitigar el daño ambiental.

Aun cuando las consecuencias de este fenómeno global son evidentes y palpables en todas las latitudes del planeta, incluido México y Puebla, el nivel de reacción por parte de la sociedad permanece en el primer auxilio y la posterior reconstrucción, sin tomar en cuenta las herramientas científicas y tecnológicas, teóricas y prácticas, que pueden evitar que se repitan las tragedias.

Es entonces cuando el calentamiento global y sus temas relativos parecen lejanos a la realidad cotidiana de las familias, del vecindario. Pareciera que solamente los especialistas en la materia, los políticos y las empresas son los obligados responsables de mantener las condiciones naturales de las regiones y los países, y así frenar el deterioro ambiental.

Esta forma de pensar ha originado que las generaciones recientes de estudiantes de todos los niveles no mantengan la atención necesaria ni el nivel de reflexión y consiguiente acción para aportar su parte del trabajo en beneficio de su entorno natural.

Resulta preocupante que ante un problema que atañe a toda la humanidad, y que en años futuros quedará en manos de quienes hoy cursan los niveles escolares básico, medio y superior, sea ignorado y poco valorado por ellos, al no obtener los conocimientos necesarios sobre medio ambiente y ecología, mas que por los medios de comunicación y las redes sociales, lo que, en ocasiones, genera mayor confusión que claridad en los asuntos tratados.

Lo anterior se refleja en las cifras que indican que en México, únicamente el 64% de los estudiantes reciben información sobre educación ambiental en los salones de clase. Además, casi el 40% de los datos que perciben del tema provienen de los medios electrónicos, y en mucha menor medida de los libros y otras fuentes marcadamente científicas.

Por ello, debemos orientar nuestros esfuerzos a contener y reducir los actuales niveles de efecto en el ambiente, a través de la inducción de una cultura de prevención al incorporar a todos los sectores de la población, con una adecuada educación ambiental.

El cambio en la conciencia ambiental de la gente debe iniciar desde la niñez, desde el hogar y desde el aula. Es la única forma en que podremos concretar lo que tanto hemos planeado e iniciado en estos años para detener el daño a la naturaleza.

*Diputado Local de la LIX Legislatura

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