Escenas continentales

En este patriótico septiembre suceden, además del Grito y el desfile, cosas curiosas que amenizan los cotarros, las comidas "de trabajo", las sobremesas, el "drink" de amigos y cuates. Hay temas mexicanos y asuntos internacionales, para que se note que estamos enterados, que recibimos a tiempo la "síntesis", que leímos la última columna de Fulano y la caricatura de Perengano; desde luego, me llegó a mi "feis" o a mi "twirer" (porque ¡cómo voy a decir "tuiter" tengo que pronunciar en inglés los vocablos de moda!). Claro, compartimos aficiones con niños, adolescentes y uno que otro "millenial", y salimos a cazar pokemones al parque o camellón más cercano, al fin que es la moda, como lo fueron los "rascahuele".

Anécdotas gringas que obligan a conjeturas, como la neumonía leve de Hillary Clinton y su baja en encuestas, o la despeinada que un conductor de TV le propinó a Donald Trump, para demostrar que no es peluquín su copete Pantone 2X (código de colores universalmente aceptado), sino que son derivaciones auténticas de su cuero cabezudo (sí, cabezudo, como dijera Rudecindo Caldeira y Escobiña).

En el otro extremo, el que fuera popular presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (así se escribe en portugués), es señalado en la continuidad de los hechos de corrupción en que incurrió durante su mandato. Ahí mismo, Dilma Rousseff es destituida finalmente de su cargo como presidenta del "coloso sudamericano" (como se dice cursilonamente) y tendrá que apelar ante el Tribunal Supremo y si pierde, ya ni el Tribunal de Dios podrá salvarla. Cosas de países que han decidido juzgar a sus mandatarios, como ejemplo que también puso el más cercano Guatemala.

En contraste, Nicolás Maduro, la encarnación del mal, el heredero exponencial del falso bolivarismo chavista, aplica soldadura autógena a sus asentaderas, para asirse por toda la eternidad a la silla presidencial, despreciando con ello el referéndum revocatorio que todo el pueblo de Venezuela reclama, ese país rico en recursos, sobre todo petroleros, pero en pobreza gracias al populismo y a las lecciones que Fidel y Raúlito Castro le impartieron a la dupla del Orinoco.

Mientras, desde Londres, el diario The Guardian, en un desplante inesperado, se desdice de sus afirmaciones sobre el departamento en Miami supuestamente propiedad de la señora Angélica Rivera de Peña y las complicidades de negocios con la familia Pierdant. Antes, el presidente Peña había pasado por el suplicio que significó el interrogatorio con interrupciones violentas que le hiciera el director de Milenio, encarrerado con soberbia por las duras críticas que el Ejecutivo hubo de padecer por la torpeza de recibir a Donald Trump.

Ridículo, por decir lo menos, el formato que el mismo señor Peña implantó en reemplazo a su obligación constitucional respecto del informe obligatorio al Congreso. Un foro de muchachos (y muchachas, para que no se enojen las y los impulsores de la equidad de género) con poca vergüenza, se prestaron para hacer preguntitas preparadas, para que el presidente, ya con pocos recursos dialécticos por los golpeteos, respondía con vehemencia desinflada ante el público y los medios masivos, cuya comidilla seguramente obligará a no repetir el lamentable numerito.

En la bella Puebla ("Cuatro veces heroica", según su H Congreso), un anacrónico Gerardo Fernández Llorona (perdón, Noroña), repetía sus numeritos frente a Casa Aguayo, donde reclama liberar delincuentes, con una pobre audiencia de sólo una seguidora. Mientras, humildemente se hospedaba y degustaba chiles en nogada en los modestos hoteles "Casa Reyna" y "San Leonardo" (¿Quién pompó?).

Mientras, el peso mexicano ya llegó a niveles devaluatorios inesperados, por una política monetaria equivocada. Ni la llegada de J A Meade y una mujer subsecretaria a Hacienda, parecen mejorar expectativas. Eso sí, un compadre presidencial repartirá vía Sedesol, más dinero a fondo perdido: 2018 a la vista.

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