25 años de la libertad del Screamadelica

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Diana Gómez


Septiembre 25, 2016

En la adolescencia había una pregunta que resaltaba en casi todas las fiestas: si tuvieras la oportunidad de llevarte tres discos a una isla desierta, ¿cuáles llevarías?

Las respuestas tenían una pequeña lista de estandartes y clichés musicales que iban desde los Beatles hasta Bjork. Esas cuestiones eran el reflejo de algo que buscábamos fuera de nuestro alrededor, siempre comprimido, asfixiante y con pocas vertientes musicales.

Pensábamos en seguridad, porque si te vas a una isla, lo primero que piensas es en sentirte cómodo con tu soledad, en poner un disco y olvidar que tu cuerpo está perdido. La idea era confortarse y nunca aburrirse, pero todo lo que decíamos no era más que pura inocencia.

Para ese entonces, yo ya había escuchado el Screamadelica, sin embargo nunca le había puesto la atención necesaria. Se me hacía un disco extraño, con canciones que podía corear de vez en cuanto, que sonaban después de un buen viaje por el house de los 90, pero nada más.

El Screamadelica tenía canciones que no quería entender, era una parte de mí que sabía que después de escucharlo, todos esos tesoros musicales que había guardado iban a cambiar y ser sustituidos. Y así fue, cuando comencé a traducir con los sentidos este álbum, pensé en esa isla y en que efectivamente, sería un trabajo que me llevaría al fin del mundo.

Lo fue porque tiene un efecto raro, nunca terminas de escucharlo por completo y la explosión de sesos es infinita. Es un trabajo que dibujó un guiño amable sobre la psicodelia y que logró controlar su propia efervescencia, porque también habla de amor y de mucha paz pero desde otro lenguaje. 

A principio de los 90, Primal Scream tenía un éxito en Escocia que los colocaba como una banda que estaba organizando sonidos muy elegantes, con un rock interesante y hasta poético. Pero realmente nadie pensaba que llegarían a hacer un disco que revolucionaria la música.

Screamadelica llegó en 1991 con algunos covers y con una afinidad que hizo del trabajo algo religioso y escandaloso. El gospel y el dub se unieron para crear un house diferente, ese que puede corearse y que no necesita únicamente de consolas, sino de una larga lista de instrumentos y metales.

Cuando me di cuenta que era un disco impresionante, mis oídos sintieron que todos los orificios y espacios en el álbum estaban llenos, que no cabía ni una voz, ni letra en esas canciones, y que Primal Scream había hecho una perfección sonora.

Este efecto que se manifiesta es el Wall of Sound, una fórmula de sonido creada por el productor Phil Spector y usada por Brian Willson de los Beach Boys en otro álbum de cajón: Pet Sounds. La receta tiene como objetivo crear un producto unísono, que sea lo suficientemente denso como para usar los silencios como lienzos. Son reverberaciones y capas que asfixian oídos.

Todo esto hizo que la lisergia en la música cambiara, pero el disco no estaba fuera del mainstream que se vivía en ese entonces, y tampoco se enfocó en una contracultura llena de drogas y LSD. Tenía un mensaje muy fuerte sobre la libertad, el cual con facilidad se hizo viral.

Get Loaded es tal vez la canción más popular del Screamadelica, y su inicio lo dice todo: "We wanna be free, we wanna be free to do what we wanna do". Era la voz de la adolescencia separándose de los estigmas y las reglas. Se convirtió en otro himno que manifestaba el alma y la paz, un razonamiento que explica la psicodelia.

El vocalista y frontman, Bobby Gillepie se llevó la mayor parte del crédito al hacer este disco, casi siempre bajo la influencia de drogas ácidas, y nada más claro que Higher Than the Sun, una pieza hipnotizante que se encuentra a la mitad de una historia delirante y que puede ser utilizada como un poema en un momento de catarsis.

La grandeza del Screamadelica puede demostrarse en este 2016, cuando ha cumplido 25 años desde su creación. Escucharlo es darnos cuenta del adelanto sonoro de los 90 y de lo diminutos que somos musicalmente. Es una traducción y un resumen sobre todo lo que ya hemos escuchado. Y en efecto, es un disco que muchos nos llevaríamos a una isla desierta.

 

@dianaegomez
*Grado académico: Licenciada en periodismo e involucrada en la música y cultura.
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