Fantasma de Zedillo espanta en Los Pinos-PRI por Duarte

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Carlos RAMÍREZ


Septiembre 29, 2016

En los pasillos del poder ha comenzado a resumirse el caso del gobernador veracruzano Javier Duarte como una repetición del modelo de Ernesto Zedillo de "sana distancia" en la relación presidente de la república-PRI que llevó a la alternancia partidista en el 2000.

La aplicación del enjuiciamiento de Duarte en el PRI lleva a una estampida de priistas del partido y lejos de la alianza con Los Pinos o a una paralización del mecanismo de la corrupción que mantiene funcionando la estructura de poder del partido.

Como lo que menos suponen los priistas es una oleada de honestidad que buscara limpiar los establos del tricolor porque no habría quien apagara la luz, entonces la carga del aparato de poder priista contra el gobernador Duarte y la posibilidad de que otros políticos pasen por el mismo ojo de la aguja tiene otra explicación: un escenario no conflicto para Enrique Peña Nieto como expresidente de la República.

Cuando menos hay cinco puntos de coincidencia con el 2000 de Zedillo: presiones priistas para imponerle al presidente candidato presidencial, tendencias del voto adversas al candidato tricolor, expedientes presidenciales en tribunales internacionales sobre temas mal operados, Hillary Clinton en la Casa Blanca como Bill en 2000 y una estructura priista incapaz de ganar elecciones.

En este escenario habría que colocar dos piezas más: la posibilidad de que Margarita Calderón sea la candidata del PRI y entonces se ponga en operación un mecanismo de lealtad institucional -Peña Nieto no persiguió ningún expediente negativo de Felipe Calderón- y el perdón adelantado de Andrés Manuel López Obrador a corruptos priistas. Como nunca antes, desde el 2000 existen mecanismos en funcionamiento que pudieran indiciar en tribunales internacionales a expresidentes de la república. En el 2000 quisieron hacerlo con Zedillo por el caso Acteal -matanza de indígenas en Chiapas-, pero el gobierno de Fox lo protegió.

La persecución priista contra Duarte se dio con tres datos novedosos: el presidente Peña se distanció de toda la etapa de enjuiciamiento mediático a pesar de contar con mecanismos de protección institucional; el PRI peñista con el intendente Enrique Ochoa Reza procesó el caso Duarte sin darle oportunidad de una salida institucional lateral y con la intención de humillar a los priistas; y Duarte fue entregado al gobernador electo panista Miguel Ángel Yunes Linares como una ofrenda al PAN que aventaja en las encuestas electorales presidenciales del 2018.

La forma -que es fondo: Reyes Heroles- de procesamiento del caso Javier Duarte en el PRI sin tomar caminos laterales de control de daños institucionales dejó en los priistas la sensación de distanciamiento del presidente Peña Nieto del PRI; se trataría de una reiteración -con los defectos propios de las repeticiones- del escenario del 2000: Zedillo no pudo poner a su candidato y operó la alternancia como una manera de proteger su expresidencia. En política las repeticiones no siempre son mecánicas, pero a veces sirven como fugas hacia delante.

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@carlosramirezh

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