Realidad y desafíos de las familias

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Emmanuel SHERWELL


Octubre 05, 2016

En mi comentario pasado "Breve antropología familiar" comenté que el hombre y la mujer, son seres de relación, que han sido dotados de características originales como: la alteridad, comunión, y complementariedad; que en su encuentro y unión, se les hace partícipes de entablar una relación de conversión única e intrapersonal con Dios y su plan original. El hombre y la mujer que se hacen una sola carne son imagen de Dios (Gn, 1:26).

En este orden de ideas, en recientes días el Papa Francisco en su gira por Georgia y Azerbaiján, aseguró que el matrimonio entre un hombre y una mujer es la cosa más bella que Dios ha creado, pero también refirió que en estas épocas se debe hacer de todo para salvar un matrimonio. Y es cierto. En este año Jubilar de la Misericordia, ha sido insistente su preocupación en cómo ha influido el cambio antropológico-cultural en todos los aspectos de las familias y los individuos. Si bien es cierto que el bien de la familia es decisivo para el futuro de la humanidad, también lo es que en el contexto de varias décadas la situación actual de la figura del matrimonio y la familia es sumamente complejo.

En su Exhortación Apostólica "Amoris Laetitia", Francisco analiza con detenimiento la realidad y los desafíos del matrimonio y la familia. Y refiere hechos de manera verdadera: el incremento de los fracasos matrimoniales; la disminución del apoyo a los individuos en su vida afectiva y familiar; el creciente individualismo que desvirtúa los vínculos familiares; el temor a ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales; el ritmo acelerado de la vida actual, el estrés, la organización social y laboral; la creación de actitudes de permanente sospecha, de huida de compromisos, de encierro en la comodidad, de arrogancia; factores culturales que ponen en riesgo la posibilidad de opciones permanentes; la falta de una vivienda digna o adecuada; la cultura de lo provisorio; las relaciones que miden costos y beneficios; el narcisismo aparejado a la afectividad inestable y cambiante; las colonizaciones ideológicas; la privación de oportunidades a los jóvenes; la lacerante miseria y pobreza; la falta de responsabilidad del Estado de crear las condiciones legislativas y laborales suficientes; entre otras puntos que el Papa escribe (léase el capítulo segundo puntos 31 a 57).

En este orden de ideas, el matrimonio y las familias se enfrentan a una situación difícil, pero también a esa acentuada complejidad de presentarse como un camino dinámico de desarrollo y realización. La breve mirada expuesta por Francisco en su Exhortación, permite a la par reflexionar en la gran responsabilidad de la Iglesia, de todos los creyentes, y sobre todo de las familias creyentes, de no perder la vitalidad, de fortalecerse, de ayudar a superar los riesgos que los perjudican, de redescubrir la belleza del diseño de la convivencia conyugal y familiar, de su labor educativa (evangélica). De ampliar la formación de conciencias, la mirada a reavivar la conciencia en el individuo sobre la importancia del matrimonio y la familia. Pero al mismo tiempo de ser humildes y realistas cuando corresponda hacer una autocrítica.

Como dice Francisco, "somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada. A todos nos cabe un esfuerzo más responsable y generoso, que consiste en presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia y encuentro que Dios les ofrece".

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