La fiesta de Tespis antorchista

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Óscar ORTIZ DONATO


Octubre 17, 2016

En la antigua y clásica Grecia, unos seis siglos antes de Cristo, un hombre que transitaba por las poblaciones pintorescas y calurosas se hizo famoso gracias a un edificio que más tarde daría lugar a una de las artes más populares y benéficas que conocemos: el teatro. Este personaje viajaba de pueblo en pueblo, en un carrito que tenía una plataforma, jalado por mulas, en el que había acondicionado una especie de telón de fondo, contando historias que "declamaba" ante un numeroso público de campesinos, aldeanos y esclavos, haciendo las delicias del auditorio cuando interpretaba a los personajes de sus "cuentos", intercambiando sobre su rostro máscaras de escayola para darle carácter a su interpretación. Ese personaje se llamaba Tespis y se le considera el padre del teatro.

Luego, algunos de sus coterráneos, que gracias a la esclavitud tenían oportunidad de dedicar su tiempo a la contemplación de la vida (o sea, a filosofar, a la observación de los astros, el análisis matemático, la creación escultórica, la danza, y tantas otras cosas que hicieron tan singular y vanguardista aquella cultura antigua), instituyeron durante las fiestas de la vendimia una serie de concursos dramáticos en que los más grandes escritores clásicos medían sus talentos dramatúrgicos para demostrar quién era el más hábil a la hora de contar historias. Todo esto, en honor de Dionisio, el dios del vino.

Desde luego, a sabiendas de la importancia que la veneración por la familia divina (los dioses griegos y toda su parentela) tenían para los inteligentes griegos, estos se dedicaron a construir "tragedias" cuyo tema principal era la intervención del destino y los dioses en la vida de los hombres. Y así, imaginaron las más catastróficas truculencias alrededor de algunos legendarios personajes que la tradición oral había heredado al pueblo y que luego se convirtieron en ejemplo de lo que debía o no debía pasar si nos portábamos mal o desconocíamos a los dioses. Ya ven lo que le ocurrió al irreflexivo Edipo ¡que se casó con su madre y le dio muerte a su padre!

Todas las culturas, sin distinción alguna, han cultivado el gusto por el arte de Tespis, ejecutándolo con características distintas, de acuerdo a cada civilización, pero que en esencia tiene el mismo propósito de comunicar algo, teniendo a su favor, en relación con las demás artes, "el poder de la palabra".

A muchos siglos de distancia, la fórmula del teatro sigue vigente y podemos seguir disfrutando en estas épocas de su efecto cautivador y persuasivo. La gente sigue siendo testigo de la confrontación entre el bien y el mal, entre la belleza y lo salvaje, entre lo constructivo y el crimen, viendo la vida sobre un entarimado de ocho por ocho, en donde todo puede suceder.

El teatro, producto de la fiesta del pueblo, frecuentemente manipulado en la historia de la humanidad por aquellos que tienen el poder para hacerlo, ha sido arrancado de las manos del mismo, para aprovechar sus múltiples beneficios y ponerlos al entero servicio del consumismo mercenario. Sin embargo, este rebelde del arte se resiste a apartarse de su vientre madre y retorna, ineluctablemente, a sus orígenes ancestrales.

Pues bien, se avecina el acontecimiento nacional más importante del año en el terrero teatral popular que se realiza en nuestro país. Recalco con letras mayúsculas ¡POPULAR! ¡Sí, popular! lo que es de pueblo.

El pueblo, padre y madre del teatro, aunque a Tespis se le reconozca como tal, ha vuelto a encontrar un evento en el que su participación es la protagonista, me refiero al 17 Encuentro Nacional de Teatro del Movimiento Antorchista Nacional, en donde más de 45 grupos de aficionados (y unos cuantos experimentados) realizan no una confrontación, sino un encuentro amistoso para demostrar cuánto es su interés por cultivar el arte del pueblo.

Sí, claro, ya oigo los reclamos del gremio teatral (yo soy teatrero): ¡pero si el Instituto Nacional de Bellas Artes realiza anualmente la Muestra Nacional de Teatro! ¡Pero si se realizan Festivales Internacionales de Teatro en varios estados! ¡Pero si el Gobierno organiza por medio de la Coordinación Nacional de Teatro "varios" eventos! etcétera.

Desde luego, y por tal hecho, he debido remarcar en mi comentario: "del teatro popular, del pueblo". El evento busca rescatar a este arte de la manipulación cotidiana, de la infesta cultural que las producciones de Broadway, que se compran en "paquete", han dejado en el ánimo del público elitista y "conocedor", y que es el único que puede pagar las costosísimas entradas para ver esos espectáculos. Al evento que me refiero acuden señoras, amas de casa, niños, campesinos, obreros, colonos, estudiantes de escasos recursos… como en aquellos tiempos de la antigua Grecia, cuando la sociedad se congregaba en el inmenso teatro de la Hélade una semana entera, para disfrutar, de producciones de Esquilo, Sófocles, Eurípides y otros.

¡Yase acerca el 17 Encuentro Nacional de Teatro! Los invito a que sean juez y parte de esta verbena popular en su 17 edición. Nos vemos en San Luis Potosí los días 21, 22 y 23 de octubre, cuando la carreta de Tespis llegará para mostrar a los grandes genios de la dramaturgia universal en escena.

Tienen la última palabra.

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