Dignidad y derecho de los niños

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Emmanuel SHERWELL


Noviembre 02, 2016

La doctrina social de la Iglesia indica constantemente la exigencia de respetar la dignidad y derechos de los niños. Convoca a que toda la comunidad y las familias reserven una especialísima atención a los niños, que les permita desarrollar una profunda estima por su dignidad, sus características, así como un respeto y generoso servicio a sus derechos.

Sin embargo, la situación de los niños en México es una realidad escrita y representada por una punzante pobreza, excesiva violencia, su situación de calle, su crisis silenciosa de migración, el trabajo infantil doméstico, la explotación sexual, comercial y la prostitución.

¿Qué estamos haciendo mal para que todo eso suceda? ¿Dónde está el tiempo para revertirlo? ¿Dejamos que sólo siga ocurriendo como parte cotidiana de nuestra vida? ¿Qué hemos hecho para mejorar su situación? ¿Crees que tu diputado o senador realmente se preocupa, que les interesa mejorar su condición social? ¿Te parece justo lo que les está sucediendo? ¿Es correcto y suficiente el trabajo de tantos burócratas en esta materia?

Aún y cuando algunos indicadores han logrado una mínima mejoría, como la tasa de mortalidad infantil y el analfabetismo, urge lograr un cambio profundo en este sector de la población para evitar que se vuelva una angustia permanente. Un cambio, no sólo de recursos e inversión, sino también de conciencia.

En México hay 21.4 millones de infantes de 0 a 17 años, de un total de 40 millones que viven en pobreza. De éstos, 4.6 millones viven en pobreza extrema (Unicef: 2014). Los que sufren mayor pobreza radican en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Puebla.

El gasto social se tiene que mejorar. El gobierno gasta poco y muy mal. Y es en la etapa de la primera infancia en la que, tantos especialistas coinciden, se debe ampliar y mejorar la dirección del gasto público, ampliando sus servicios principalmente en salud, alimentación adecuada, en el mínimo de formación escolar y, desde luego, de permitirles su desarrollo en una casa digna.

Reflexionemos en ello, en la dignidad y derechos de los niños, y desde luego en motivar una clara e informada exigencia a la comunidad, la familia y sobre todo la clase política. La situación de gran parte de los niños en nuestro país es frágil e insatisfactoria, no hay suficientes condiciones que favorezcan su desarrollo integral.

El valor social de la infancia es imprescindible en nuestro país. No podemos en México pensar el propio futuro de modo diferente o distante, si no es a través del desarrollo de los niños y jóvenes.

Las autoridades no pueden seguir actuando y trabajando como lo hacen, siempre parecen más preocupados por asegurar su siguiente puesto o carrera a la gubernatura, dejando en último término un tema que requiere un combate frontal por las tantas violaciones que acaecen en la dignidad y derechos de los niños.

Ya no la han advertido, lo que no se invierta ahora en la niñez no lo vamos a pagar después. Tenemos que dar más de nosotros, y tener como prioridad el papel primordial y natural de la familia, y saber reconocer que también el niño es persona humana en plenitud.

Felicito a todas las personas, a las numerosas asociaciones y parroquias, que en su buen espíritu "siempre de fe y de caridad", realizan grandes esfuerzos para salir al encuentro de las necesidades de este sector de la población tan lastimado.

* Analista

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