Jueves 29 de Diciembre de 2016

Si antes de que se anunciaran los gasolinazos de enero el panorama político y electoral para el PRI era difícil tanto a nivel nacional como local, ahora su situación es francamente compleja.

De entrada porque los gasolinazos no sólo dejan al presidente Enrique Peña Nieto, a su gabinete y al PRI sin credibilidad ante la población, sino porque sepultan la emergente candidatura de José Antonio Meade Kuribreña.

Si el secretario de Hacienda y Crédito Público tenía alguna posibilidad de convertirse en aspirante presidencial del PRI en 2018, aun no siendo militante formal de este partido, el alza en los combustibles entierra por completo sus aspiraciones y las de los priistas que ya lo veían en campaña, como el poblano Jorge Estefan Chidiac.

Pero no sólo eso: entierra el discurso oficial triunfalista acerca de la reforma energética y las supuestas bondades que con ella vendrían: bajas en los precios de los combustibles, mayores inversiones, y fuentes empleo, y la reactivación del aparato productivo nacional.

La respuesta de Meade Kuribreña sobre el alza en las gasolinas, afirmando que ésta no debe asustar a los consumidores mexicanos, porque con el nuevo esquema se divorciará el precio del petróleo de razones tributarias o políticas, retracta de cuerpo entero al secretario de Hacienda.

Lo pinta como lo que es, un tecnócrata insensible y banal, pero también como un político anodino y alejado de los sectores mayoritarios de la población que ya ven venir una escalada inflacionaria y de precios de productos básicos y primera necesidad.

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Esta será la última columna que escriba en el año. Muchos gracias a todos por acompañarme a lo largo de este histórico 2016. No me queda más que agradecerles su atención, sus comentarios y críticas, y desearles un feliz Año Nuevo lleno de salud y bendiciones. 

¡Gracias!

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