Gasolinazo: tres versiones de Peña

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Mario DE VALDIVIA


Enero 15, 2017

Aplicado el gasolinazo en las calendas de enero, el presidente Enrique Peña Nieto ha encontrado, hasta el momento, tres explicaciones para justificar el brutal aumento a los combustibles fósiles, decisión irresponsable que está afectando sensiblemente la vida social en México y que predice un 2017 pleno de tropiezos económicos y financieros, que afectarán más y dañarán peor al propio sector público y a las familias.

El gobierno federal descuidó su relación con la sociedad: la menospreció, se mostró displicente con el pueblo y con ello ha afectado la gobernabilidad, concepto que no consiste en el ejercicio unilateral del poder, sino la armonización entre los componentes del Estado para que la sociedad pueda vivir tranquilamente, con problemas ineludibles pero sin quebrantos que conduzcan a vulnerar el Estado derecho.

El primer juicio gubernamental para aumentar los precios de gasolinas y diesel, fue proclamar que se debía al ajuste del petróleo a los "precios internacionales" y que nos situábamos en posición de "competitividad" con el exterior, poniendo de ejemplo a algunos países desarrollados con precios más altos que en México de las gasolinas, sin considerar que el PIB y el ingreso per cápita de los modelos presentados difieren brutalmente de los modestos sueldos y salarios de los trabajadores mexicanos. Es una falacia puesto que el mercado interno de combustibles no sólo padece las insuficiencias de la oferta interna sino que debe importar gasolinas a costos más reducidos que si fueran refinadas en México.

La versión segunda. En su mensaje de año nuevo, Peña Nieto hilvanó la filípica (contra Felipe), al señalar que durante el sexenio del panista Calderón, se "regalaba" la gasolina y no se incrementaban los precios (falso) por razones políticas. El presidente no recordó que su actual secretario de Hacienda -responsable visible de los aumentos- fue también secretario de Hacienda y también de Energía con Calderón, sí, José Antonio Meade, defensor ahora de la "reforma" fiscal de Videgaray, consistente en el desmedido aumento de impuestos y expandir la diversidad de éstos para hacer más obeso y corrupto al aparato gubernamental.

Tercera explicación. Insatisfecha la sociedad mexicana con las recurrentes explicaciones de Meade y de su jefe el presidente, éste último declaró el jueves 12 de enero que el gasolinazo se debía a que la gallina de los huevos de oro se había secado, refiriéndose a los yacimientos petrolíferos de Cantarell en la Sonda de Campeche, olvidando así y con rapidez inesperada sus dos anteriores versiones, de manera que para responder a su pregunta "¿Ustedes que hubieran hecho?" han sobrado mofas en redes sociales, principalmente porque la responsabilidad de conducir la economía nacional está delegada en un gobierno que sólo ha mostrado ineficiencia y frivolidad.

El mismo jueves, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, declaró que el gasolinazo era una de los efectos de la "reforma" energética, con argumentos incuestionables, por tratarse de la mayor autoridad financiera en México, con una experiencia y sapiencia que Meade o Videgaray jamás obtendrán entre tanto brinco de secretaría en secretaría, aprendizaje y declaraciones turbias. De manera que Meade, otra vez declarando en comparecencia, dijo que la "reforma" energética no era la responsable de ese aumento, una contradicción absurda al maestro que pronto dejará un enorme hueco en la regulación monetaria del país.

Encima de las pésimas versiones y argumentos gubernamentales, el 20 de enero se materializará el azote contra México: Donald Trump se ha propuesto destruir nuestra economía, aislarnos del comercio trilateral de Norteamérica y construir un ignominioso muro con el que pretende detener la migración, pero no podrá contra el terrorismo que llega a su país por otras vías. Su odio no podrá durar mucho tiempo, la prognosis política en mismo EEUU señala ya su incompetencia.

 

 

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