¿Republicano o demócrata?

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La historia política estadounidense desde 1856 ha sido una en la que los dos partidos, Demócrata y Republicano se encuentran dentro de un frágil equilibrio incluso en períodos de aparente dominio de un solo partido. Los Padres Fundadores no hicieron mención de partidos en la Constitución, de hecho se opusieron a la idea, sin embargo surgieron casi de inmediato en la joven república.

Desafiando a su partido y derribando a dos dinastías políticas en su camino a la victoria, la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos era tan improbable como la de cualquiera en la historia reciente de ese país.

Mientras que su inauguración atrajo multitudes a la capital de la nación, los números parecían más pequeños que en celebraciones pasadas. Al ser jurado como el 45 presidente de los Estados Unidos toma el mando de una nación profundamente dividida y marca el comienzo de una era impredecible en Washington ya que asume el cargo como uno de los presidentes entrantes más impopulares de la historia moderna.

Su mensaje inaugural fue pronunciado en un foro donde cada uno de los nuevos presidentes han utilizado un lenguaje de unidad, positividad y no partidismo sin embargo, su discurso fue impáctate por sus promesas populistas para un futuro mejor.

Mirando a la muchedumbre que se extendía por el "Mall", pintó una sombría imagen de la nación que ahora lidera, recitando una letanía de horribles incluyendo pandillas, drogas, crimen, pobreza y desempleo. Trump le dijo a la nación: "Esta carnicería estadounidense se detiene aquí y se detiene ahora" mientras que el ahora expresidente Barack Obama, el hombre que reemplazó, se sentó detrás de él estoicamente.

Donald Trump puede ser un presidente Republicano, pero la verdad es que su discurso inaugural contenía muy poco de lo que hemos llegado a esperar de este partido en las últimas décadas ya que no asiente a las políticas conservadoras. Fue un discurso que recuerda más a los populistas sureños de la vieja escuela exaltando el proteccionismo, reprendiendo a la élite de Washington y prometiendo transferir el poder al pueblo.

Para los Republicanos ansiosos por volver a la Casa Blanca, hubo poca mención de los principios fundamentales del partido: poca intervención del gobierno, el conservadurismo social y el sólido liderazgo estadounidense en todo el mundo. Con el lema "América primero" repetido una y otra vez, su mensaje llamaba a un resurgimiento de los rincones blancos de la clase obrera estadounidense, parecía estar dirigido a las personas que le entregaron la presidencia: comunidades devastadas por la globalización, las drogas y el gobierno negligente.

Escuchando el discurso no se pudo dejar de notar que había más de una pizca de ironía. Allí estaba Donald Trump, un multimillonario nacido con privilegios, de pie en el corazón de Washington, rodeado por casi todos los miembros de la élite de la capital, reprendiendo a esa élite y prometiendo traer de vuelta al pueblo a su gobierno. También contuvo mucha hipocresía e ingenuidad. Trump está a punto de encabezar un gabinete lleno de multimillonarios, cabilderos de la industria y miembros de Washington llevando consigo conflictos de intereses relacionados con sus negocios. Ante todo esto, uno esperaría que evocara la unidad y enviara un tono conciliador a la élite en Washington que ahora es parte de su gobierno. En cambio, la retórica de Trump permaneció tan antiWashington como siempre.

El futuro que prevé es uno que mira hacia adentro buscando concentrarse en cómo Estados Unidos puede ayudar a su propio pueblo y retirarse del mundo pero como sugirió Trump mismo, lo que importa ahora es cumplir con sus promesas de campaña y mientras se prepara para gobernar, así será juzgado.

* Académica del Tecnológico de Monterrey

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