Horizontes

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Tere MORA GUILLÉN


Enero 24, 2017

No cabe la menor duda que hay un abismo de diferencia entre el expresidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama; y el actual mandatario Donald Trump. Comenzando por su educación y principios hasta por su actuación.

En lo personal desde el comienzo, sentí simpatía por el expresidente Obama, así se lo manifesté recién tomó posesión de su cargo y durante ocho años de manera cotidiana recibí en mi correo, a través de la Casa Blanca, sus discursos en inglés y español.

Barack Obama fue un caballero de fina estampa, dio lecciones de liderazgo, fue pionero en el uso de las redes sociales como parte activa y fundamental de su estrategia de comunicación

Habremos de recordar su frase "Yes, we can", que inspiró su primera candidatura a la Presidencia de los EE.UU, y dio a sus discursos un halo de inspiración; su estrategia de comunicación se basó en los mismos pilares desde el principio: cercanía, comunicación de gestos pequeños y cotidianos, así como grandes palabras. En toda crisis lo vimos sereno y calmado.

Y ni qué decir de su carisma y don de oratoria, una cualidad que no todo líder posee, y que no siempre se aprende. Mostró tener visión y, lo más importante, juicio. Fue un mandatario humano, no hizo distinción entre ciudadanos por color o clase social.

Son éstas tan sólo algunas de las virtudes que desplegó el presidente Obama, durante su mandato por ocho años al frente de la Casa Blanca. Lo que dirían si hablaran sus paredes con el recién llegado inquilino, que ya hasta psiquiatras advierten es "arquetipo" de una persona afectada por un trastorno de personalidad narcisista, lo que no pronostica nada bueno. Lo cierto es que el mundo entero hemos sido testigos de un Donald Trump duro, orgulloso, pretencioso, prepotente, desconfiado, rudo en el trato, arrogante, deshonesto y una persona francamente desagradable. Por lo que en su naciente presidencia nos tiene desconcertados, confundidos y apanicados por su animadversión a todos los países del orbe.

Y es que a diferencia del expresidente Obama que llegó con 84 por ciento de aprobación, Trump está reprobado con tan sólo un 40 por ciento a su favor. Por lo anterior no extrañan las protestas que han habido en diversas naciones al arribo del magnate a la Presidencia de los Estados Unidos. La manifestación más multitudinaria, la marcha de mujeres, en Washington. Difícil pero a tan sólo unos días del cambio de poderes, ya se le extraña mister Obama.

Por lo pronto el próximo 31 de enero el presidente de México, Enrique Peña Nieto, habrá de reunirse con Trump, que pretende renegociar pronto el Tratado de Libre Comercio. Al momento líderes políticos y legisladores exhortan al Ejecutivo federal a actuar con una posición "digna, firme y patriota" en el encuentro. Ahora lo más importante -como ya lo he mencionado en este espacio-, será mantenernos unidos como nación y ver el nuevo desafío como una oportunidad, por el bien de México. 

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