Llegaremos al toreo de salón

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Jaime OAXACA


Enero 24, 2017

Por absurdo e increíble que parezca, el toro cada vez va perdiendo importancia en una corrida de toros.

Si seguimos así, no falta mucho para que desaparezca el llamado rey de la fiesta, para toreros, empresarios y público parece que es un estorbo.

Son varias las situaciones que así lo demuestran.

Una de ellas es la publicidad.

El tamaño de las letras está en función de la importancia de lo que se anuncia.

Los propios empresarios restan relevancia a la procedencia de los toros, suelen poner ¡toros por designar! Otras veces el nombre de la ganadería lo imprimen con letras pequeñas, ilegibles, restándole importancia a lo primordial; inclusive, llegan a omitir la dehesa.

Para los nombres de los toreros utilizan tipografía con letras enormes y si se trata del famoso rejoneador español, ni se diga. El nombre y fotografía del jinete en cuestión, acapara el 60 o 70 por ciento de la superficie del área utilizable de un cartel. Al menos él llena las plazas.

Si en la propaganda carece de importancia el toro, por consecuencia también en el ruedo, cada vez se lidian animales pequeños.

Las notas periodísticas cuando informan de algún cartel, echan por delante a los toreros y después a los toros. En España le hacen al revés, se dice toros de tal ganadería para equis toreros. Eso deberíamos copiarles.

La verdad sea dicha los toreros taquilleros son muy pocos. Quitando a Hermoso de Mendoza y uno o dos españoles, no hay ninguno que logre tumultos en las taquillas; no obstantes los empresarios los siguen anunciando con letras grandes. Quizá les gustaría dar prioridad a los toros, pero como el ganado que adquieren para la lidia es chico, prefieren no llamar la atención.

Actualmente se están adueñando de la fiesta grupos empresariales integrados por ganaderos, apoderados, empresarios y hasta toreros. De tal forma que son cuatro en uno, están más fuertes que la Santísima Trinidad.

Lejos de beneficiar a la fiesta le están haciendo daño. Acaparando todo el negocio no es posible velar por los intereses de ganaderos o toreros, la imagen que dan es que sólo les interesa el dinero, sin importar que a la fiesta se la lleven por delante.

No es posible que habiendo ganaderos en las empresas le resten importancia a la materia prima de las corridas de toros. ¿No que mucho amor al toro y a la fiesta?

Si al trapío ya le bajaron considerablemente, a la bravura ni se diga, parece un obstáculo para el toreo actual. Quieren toros dóciles, aunque no emocionen a nadie ni transmitan el peligro propio de un todo de lidia.

A la suerte de varas la tratan de eliminar. Algunos cronistas justifican que es innecesario llevarlo al caballo, argumentan que si el toro es noble, (manso, bobo y débil) ya no requiere pelear en varas.

Ya en algunas plazas se realizan parodias taurinas por lo insignificante de la presencia de las reses. En la propia Plaza México se premia la mansedumbre, la obediencia, la bobería de los toros.

Así que publicitar al toro, la ganadería correspondiente, el trapío, la bravura, pasan a ser asuntos irrelevantes. Si los profesionales de la fiesta, siguen haciendo de las suyas, le queda muy poco tiempo a la fiesta brava. La prensa tiene la obligación de denunciar los hechos.

Son frecuentes los simulacros taurinos, los profesionales de la fiesta tienen la obligación de interrumpirlos, aún están a tiempo. O los detienen o llegaremos al toreo de salón.

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