Los retos de la movilidad en la ciudad

La movilidad no sólo debería ser una cuestión de desarrollo de infraestructura y servicios de transporte

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la movilidad es una dinámica clave de la urbanización y más se toma en cuenta el incremento en los niveles que tiene precisamente la movilidad urbana y que el acceso a los sitios, actividades laborales y servicios se torna cada vez más complicado.

De cara a la modernidad y a la necesidad de hacer de Puebla una ciudad más competitiva y que sea capaz de responder a las necesidades de la población, industria, comercio e inversionistas, es necesario dejar de generar paliativos a uno de los problemas que no sólo es privativo de nuestra ciudad sino de la mayoría de las urbes que desatendieron la importancia de la movilidad.

Y es que a medida que la ciudad se desarrolla poblacionalmente también se requiere de una planeación y de políticas públicas sustentables que garanticen la movilidad de los ciudadanos hacia sus centros de trabajo.

En Puebla ya vivimos un fenómeno de crecimiento horizontal en donde la mancha urbana crece año con año formando zonas metropolitanas, generando el aumento en las distancias entre destinos funcionales, sitios de trabajo, escuelas, hospitales, oficinas de trámites o centros comerciales, lo que a su vez provoca la dependencia hacia el transporte motorizado y por ende el incremento de la contaminación.

Lo anterior deriva en la congestión de las principales arterias vehiculares, embotellamientos de tránsito que se convierten en aspectos cotidianos de las grandes ciudades que crecen sin un control y, sobre todo, sin las políticas públicas de urbanización y de un transporte público de calidad.

En algunas ciudades, la separación física entre las áreas residenciales y los lugares de empleo, mercados, escuelas y servicios médicos obligan a muchas personas a pasar cada vez más tiempo y a gastar en torno de una tercera parte de sus ingresos en transporte.

Ante estos retos, Puebla está obligada a asumir el reto de desarrollar un eficiente sistema público de movilidad y no quedarse en estrategias que incrementan el servicio de transporte público ya que éste aún sufre el estigma causado por los altos costos de acceso, falta de confianza, inseguridad, protección y deficiencias en su planeación de corto y mediano plazo.

Asimismo, los límites administrativos no siempre corresponden con los del área metropolitana, ya que cada unidad administrativa cuenta con sus propias políticas de movilidad y sistemas de transporte. Esto conduce a ineficiencias y falta de atractivo debido a la ausencia de coordinación en las operaciones, como horarios no armonizados.

Hasta ahora, la respuesta estándar al problema de movilidad urbana ha sido expandir la infraestructura, sobre todo para los automóviles, llevando a la construcción de más caminos, autopistas, puentes o túneles. Desafortunadamente, este tipo de progreso engendra un círculo vicioso: la ampliación de infraestructura estimula el crecimiento urbano descontrolado, facilitando el acceso a las zonas urbanas periféricas. Esto incrementa el uso de automóviles, que exige el desarrollo adicional de infraestructura, y así sucesivamente.

La movilidad no sólo debería ser una cuestión de desarrollo de infraestructura y servicios de transporte. Es necesario situarla dentro de un contexto sistémico que contemple la planificación urbana en su totalidad, para superar los apremios sociales, económicos, políticos y físicos relacionados con la circulación de personas.

* Diputado local

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