No es malo para México

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En la encrucijada que se encuentra México, en su relación con su principal y virtualmente único mercado de exportación, el problema nace; en razón de la megalomanía que posee a Donald Trump; porque nuestro Poder Ejecutivo -avalado por el Legislativo- tomó partido por los demócratas en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Desde mucho antes de esas elecciones, las flamantes reformas de este sexenio fueron debidamente consensadas con ese sector, encabezado por la entonces responsable de la política exterior Hillary Clinton, incluyendo candidatos, congresistas y, desde luego, empresarios de grandes petroleras internacionales, a quienes beneficiaría la reforma.

La idea del triunfo de Donald Trump, era remota y ahora es una realidad. Con independencia de lo descrito en el párrafo anterior, durante la campaña electoral en el país vecino, nuestro Ejecutivo, otra vez avalado por el Senado de la República, hizo público su desinterés por el cumplimiento de lo preceptuado en la fracción X del artículo 89 constitucional:

"En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacional"

Mostrando abierto apoyo a Hillary Clinton, ahora el diálogo diplomático con Donald Trump parece estar roto -sabido que en todo caso- el ahora presidente del país vecino no es dado al diálogo sino a la imposición, el cúmulo de operaciones financieras, mercantiles, empresariales y en materia de seguridad entre las dos naciones se encuentra en peligro de no poder seguir llevándose a cabo, al menos como hasta ahora se habían efectuado. Trump propone la renegociación o cancelación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). Cabe preguntarse si eso es del todo malo para México, para México no para los grandes capitales de nuestro país; para México, no para los grupos de poder infiltrados en la delincuencia organizada; para México, no para la elite política que ha acuñado importantes capitales a partir de estas negociaciones.

A más de dos décadas de haberse consolidado el cambio de modelo económico en México, y de haberse firmado ese tratado, no existe en nuestro país el desarrollo prometido, las bondades de la inversión extranjera no se han hecho visibles sino para unos cuantos, nuestra apertura comercial al mundo nos ha llevado a ser sujetos dependientes de un "socio" comercial, que puede imponer toda condición que le habite, ya que habiendo desde la firma misma del tratado una marcadísima asimetría entre las economías, la desigualdad es cada vez más grotesca:mientras el PIB per cápita crece a menos del 1 por ciento anual, la fortuna de los 16 mexicanos más ricos se multiplica por cinco (Ezquivel, 2015). Probablemente no sea para México la última de las tragedias favorecer la industria nacional, en lugar a subsidiar y condonar impuestos a las industrias extranjeras; quizá no sea la peor de las salidas para México invertir nuevamente en el campo y en las actividades productivas que permitan el consumo nacional.

Quizá no sea del todo malo para México, y aunque resulte un sinsentido que el país liberal por excelencia pretenda regresar a un proteccionismo impuesto meramente por demagogia, si con ello nos hace regresar una época de la historia de México que tuvo un crecimiento económico sostenido, en la que se creó infraestructura pública en los sectores de educación, salud, energía, entre otros, en la que si bien es cierto existía marcada corrupción, no alcanzaba los niveles que ahora vemos, no existía en forma generalizada el voraz enriquecimiento ilícito de nuestros gobernantes, en la que la delincuencia organizada no estaba tan involucrada en un amasijo deleznable con políticos, autoridades y capitales, en la que había corrupción en Pemex pero no llevada al descaro del saqueo en plena vía pública, y en la que los niveles de emigración bajaron de manera importante porque había trabajo en el país y los campesinos trabajan en el país vecino de manera temporal, sin ánimo de establecerse en forma definitiva.

Donald Trump expresó -en su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos de América- su intención de dirigir al mundo, basando su deseo sólo en la fuerza y la violación del orden internacional, por lo que el camino que queda para nuestro país es la defensa de sus intereses legítimos por la vía del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos, ante sus amenazas irrazonables y voluntariosas respecto al TLCAN y los migrantes.

*Catedrática del Tecnológico de Monterrey en Puebla

 

*Las opiniones vertidas en este escrito son exclusivas del autor, no representan posición del ITESM.

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