¿Por qué lo hace, Sr. Trump?

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Carlos AGUIRRE R


Enero 29, 2017

Se cuestiona poco a los políticos acerca de su motivación personal. Esto es una aseveración, una afirmación con convencimiento. En el circo mediático que se forma alrededor de hombres en búsqueda de gobernar o en proceso de hacerlo rara vez figura la sencilla interrogante del por qué se toman la molestia en primer lugar. ¿Asumimos conocer el por qué un hombre buscaría tener poder? ¿Lo consideramos obvio?

Sería pertinente preguntarlo al presidente Enrique Peña Nieto o a cualquier otro que ostente el poder público, pero en la política mexicana sospecho que la verdad es más aparente. El político mexicano actual, esa subespecie humana omnipresente, hace lo que hace porque busca enriquecerse. Crecer su net worth personal. Sobrarán mexicanos que protesten ofendidos esa generalización. Una disculpa, supongo, pero no les creo. Veo la necesidad de estatus en los ojos de la clase gobernante en este país. El canibalismo que se esconde detrás de sus gestos, de sus palabras. Hay hambre de poder socioeconómico y es evidente que lo que sale de su boca no es más que un medio para alcanzarlo.

No sugiero que exista diferencia alguna en sus contrapartes estadounidenses, por supuesto, más allá de quizá una capacidad, hasta ahora, quizá más evolucionada, con sus grandes excepciones, para la discreción. Démosle tiempo, unas cuantas décadas más, a los representantes nacionales para refinar su técnica. Pero en el caso del magnate americano, uno difícilmente supondría que lo hace por dinero. La posibilidad permanece, por supuesto, pero asumo que continuar expandiendo su negocio sería un camino más fácil al enriquecimiento monetario. Por lo menos la prensa mundial no estaría estorbando a cada paso. (El hecho de que la actual administración americana considera un engorro y un estorbo la labor periodística es bien sabido. Nos lo han hecho saber.)

Ahora, mucho ha de decirse acerca de la naturaleza del poder y el por qué un hombre lo persigue. Mentes mucho más capaces y preparadas que la que suscribe han desarrollado, explorado el tema desde los inicios de la civilización. La historia del hombre es clásicamente interpretada como un intento de algunos por obtener poder sobre otros. Pero en la era de los realitypolitics, el hambre del poder cede paso al hambre de la fama. Y si uno ha de creer en las declaraciones de gente cercana pero opuesta al mandato del dictador anaranjado que ocupa hoy la oficina oval, la fama es un factor mucho más importante en su motivación diaria para ocupar tal puesto.

Viene a la mente un artículo de Jane Mayer para The New Yorker, que en los tiempos de campaña resultaba alarmante pero dada la situación y el resultado de la elección resulta en retrospectiva aterrador. Tony Schwartz, autor del exitoso libro de Donald Trump, The Art of theDeal, (Porque por supuesto que el aludido no lo escribió. El que sea capaz de escribir, a medias, sus habituales tormentas de Tweets madrugadores es suficiente logro literario para él.) se lamentaba de haber ayudado con su trabajo a crear la imagen imperante en las mentes del seguidor promedio de Trump como un hábil negociador, como un eficaz hombre de negocios. Nada más que mentiras, argumenta Schwartz.

Se trata, declara, de un sociópata que funciona sólo en base al ego. Con un profundo déficit de atención, cuyo éxito en los negocios es precisamente debido a un sistema que pone desproporcionado valor en dichas características. Un hombre cuyo único motor es el deseo de ver su nombre impreso en fuente cada vez más grande. Asumo ha de sentirse muy bien de verlo escrito en el más visible si bien no más prestigioso escaparate del mundo. Es un modus operandi más bien distinto de aquél de la politik mexicana. Estoy seguro que la mafia que maneja en este momento la República estaría más que feliz de desaparecer por completo de los medios, de operar en la sombra. Con el erario es suficiente, muchas gracias. Sin reflectores vamos bien.

Lo que resulta desconcertante, entonces, no es el que Trump haya buscado, y ganado, la presidencia. Está muy claro que vive para felicitarse a sí mismo y el logro entre más grande, le da más razón para hacerlo. Lo que motiva a escribir la presente es la sospecha de que toda acción tomada desde dicha presidencia es carente de sentido. El hombre buscaba únicamente el puesto, y presento la noción de que la tormenta que vive y esta por vivir este país es consecuencia directa de acciones que para el hombre que las realiza, no tienen ningún significado. Por supuesto, puede que si lo tengan, que la agenda de Trump esté rigurosamente calculada para crear su versión del mundo, su América ideal. En cuyo caso es pertinente preguntar:

¿Por qué lo hace, Sr. Trump? Ya de paso preguntarse por qué lo hicieron, señores británicos, al decidir romper con la Unión Europea. Una Europa libre de inmigrantes y de influencia del medio oriente no existe ni existirá nunca, por simple proyección numérica. La redistribución de la riqueza que sugiere Trump al hablarle al estadounidense pobre es contraria al sistema económico que promueve. La América ideal para que un hombre como Trump tuviera todo el éxito posible, toda la felicidad alcanzable para un hombre de su índole, ya existe. Esta por dejar de existir, si hemos de creer en sus palabras.

Qué surgirá en su lugar es debatible, y cómo afectará nuestro rincón del mundo. Porque cómo va la situación es difícil preocuparse por otras latitudes. Aunque deberíamos. Siempre deberíamos. La magnitud de sus decisiones afectará a generaciones por venir. No vivirán para ver el efecto de sus acciones. Se están jugando el futuro de la juventud de sus respectivos pueblos, juventud que, dicho sea de paso, está inconfundiblemente, aplastantemente en mayoría, en su contra. Weknowthefeeling, bro. Para el pueblo mexicano esto es pan de cada día.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte nunca fue beneficioso para México. Vino a acabar de llevarse lo que quedaba del campo, a entregarle al interés privado lo que era de tantos, a avanzar la agenda neoliberal que tanto nos ha dañado. Era un mal trato, Sr. Trump, en eso estamos de acuerdo. No en el sentido que usted parece percibir, pero bueno, tecnicismos. Pero retirarlo de chingadazo equivale a querer atender una cortada en el dedo arrancándose el brazo entero. O más bien arrancándoselo a su vecino mexicano. O quizá aún más, pero no llevemos más lejos la analogía anatómica. No se mantiene de todas formas.

* Las opiniones vertidas en este escrito son exclusivas del autor, no representan posición del ITESM.

*Exalumno del Tecnológico de Monterrey en Puebla

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