Buena noticia: Trump resultó peor de lo que temíamos

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Barthélémy MICHALON


Febrero 05, 2017

El nuevo presidente estadounidense está cerrando su segunda semana al mando. Fueron dos semanas plagadas de declaraciones intempestivas, de llamadas telefónicas demoledoras, de decretos orgullosamente presentados a las cámaras, de tweets matutinos que hicieron las noticias del resto del día, sin olvidar la sucesión de hechos cada vez más "alternativos".

Muchos veíamos acercarse la fecha de la toma de posesión con la premonición o, más que esto, la certidumbre de que sería el inicio de un periodo oscuro. En el espectro de los sombríos escenarios imaginables, algunos teníamos la esperanza de que el presidente no sería tan nefasto como el candidato. Nos tratábamos de convencer de que el elevarse al cargo de presidente le impediría seguir actuando de una forma tan reaccionaria e inconsistente, egocéntrica e impulsiva.

No fue así. En su afán por consentir a su angosta y angustiada base electoral, se lanzó en un frenesí de declaraciones y de decisiones entrechocadas. Entre amenazas ydesencuentros, humillaciones públicas y privadas, México estuvo en primera línea y fue alcanzado por buena parte de las ráfagas presidenciales. Varias décadas sucesivas habían sido necesarias para construir relación bilateral que, si bien distaba mucho de ser perfecta, había alcanzado niveles de funcionalidad y de confianza que podían considerarse satisfactorios,sobre todo entre vecinos tan disparejos. Pocos días fueron suficientes para que esta relación se sumiera en medio de una crisis que, por profunda que sea, aún está lejos de tocar fondo.

En México los medios de comunicación, las conversaciones y los "memes" en redes sociales se enfocaron principalmente en el daño, existente y por venir, que nos hacía sufrir el nuevo comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo.

Pero nuestro país no tuvo la exclusividad de este maltrato, sino que el hombre más poderoso del planeta se encargó de coaligar en contra suya una gran diversidad de personas, de organizaciones, de empresas y de gobiernos. Bien es cierto que incluso antes de asumir el cargo ya era el presidente entrante con la tasa de aprobación más baja de la historia del país. Bien es cierto que incluso antes de que hiciera uso de la línea telefónica del Despacho Oval, los líderes de otras nacionesse perdían en su prosa diplomática para tratar de disimular su aversión, o cuando menos su desconfianza, hacia el nuevo mandatario estadounidense. Bien es cierto que antes de este famoso 20 de enero en el que el conteo de personas reveló ser una labor tan controvertida, los medios de comunicación nacionales declaraban abiertamente que lo tenían en muy mal concepto. En lugar de tratar de calmar estas inquietudes y de esforzarse por revertir esta tendencia adversa, hizo todo lo que estaba en su poder para confirmar y magnificar estos múltiples motivos de rechazo ya existentes.

Palabras en defensa de la tortura, repentino cierre del territorio a los ciudadanos de siete países con base en criterios altamente discriminatorios, conversaciones telefónicas incendiarias con quienes deberían ser sus pares, entierro brusco y sin consultas de un proyecto de acuerdo comercial con vecinos del Pacífico, resucitación de proyectos dañinos al medio ambiente, golpe fatal al "Obamacare" sin atender la cuestión del dispositivo que lo reemplazaría, desmantelamiento de la regulación financiera implementada después de la crisis de 2009, ruidosas descalificaciones de personas y de organizaciones completas…Todo ello ha aumentado no solamente el número sino también la determinación de sus adversarios.

En el corto plazo, es sin duda una tendencia altamente negativa, pues socava las bases de la convivencia a nivel tanto doméstico como internacional. Ahora bien, si proyectamos la mirada más lejos, este desagradable momento puede ser visto como un motivo de esperanza para el mediano y largo plazo: el presidente se está desgastando y se está aislando. Desde ahora está causando que poderosos sectores le estén dando la espalda. Con un número limitado de apoyos, inclusive dentro de su propio bando, le resultará más difícil implementar sus planes.Más que esto: podría llegar a tener que concentrar sus energías en mantener su cargo en la Casa Blanca.

* Internacionalista en el Tecnológico de Monterrey en Puebla

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