1917-2017,  Constitución veleidosa

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Mario DE VALDIVIA


Febrero 08, 2017

Hoy, hace cien años, en Querétaro, diputados constituyentes escogidos por Venustiano Carranza o por gobernadores afines al "Primer Jefe", terminaban su labor comenzada apenas 4 meses antes: redactar una Constitución que sustituyera (innecesariamente) a la de 1857.

El texto difería en algunas cosas del documento liberal impuesto hacía 60 años: se incorporaban algunos conceptos como el complejo asunto agrario y de propiedad de las tierras, el petróleo que para 1917 ya era estratégico por su uso en la Primera Guerra Mundial; se establecían unas endebles reglas para la regulación del trabajo manual y las relaciones obrero-patronales, pero no permitía la creación de instituciones que favorecieran al trabajador asalariado.

Ambas constituciones tenían ocho causales para la pena de muerte; no permitían el voto a las mujeres, no reconocían derechos humanos. La primera había establecido la separación de la Iglesia y el Estado (se enunciaba Iglesia al referirse a la jerarquía católica, y debido a que la mayoría del pueblo mexicano era practicante de esa fe). Pero la de 1917 no sólo separaba a la Iglesia y al Estado, sino que permitía a éste a iniciar una brutal persecución contra catolicismo y todo acto devocional, al grado de que pocos años después se desataría una espantosa guerra entre católicos y el gobierno, conocida como la Cristíada. En su momento, Plutarco Elías Calles creó una falsa "Iglesia Nacional Mexicana", con sacerdotes y obispos apócrifos pero "leales" al gobierno. Las confesiones evangélicas o protestantes no fueron perseguidas, el objetivo era la Iglesia Romana.

La confusa constitución carrancista propiciaba la división de los mexicanos y fracturaba la relación con algunos países por asuntos y temas económicos y financieros. El texto del Artículo 27 y su pobre antecedente en la llamada Ley Agraria de 6 de enero de 1915, sólo permitió el mayor empobrecimiento del campesino mexicano, la división y supresión la gran propiedad agraria, la improductividad del ejido y la canalización de subsidios al campo. Los créditos para el sector campesino eran utilizados por los políticos norteños, grandes terratenientes que ocultaban su añoranza por el viejo régimen.

Mientras duró el carrancismo, el texto de Querétaro prevaleció. Afortunadamente el 3 de octubre de 1921 se decretaba la primera reforma al crear la Secretaría de Educación Pública a propuesta de José Vasconcelos (Carranza la había suprimido con la idea absurda de que los municipios se encargaran de tan formidable tarea).

Después de ésa, las reformas se han dado en cascada y llevamos más de 600 en el primer centenario de un texto constitucional que incluye reglamentos, codificaciones, procedimientos, trámites y complicadísimas disposiciones en materia agraria, de propiedad de las tierras y aguas, de divisiones étnicas, de relaciones laborales (diferentes para burócratas y privados), de elecciones, partidos políticos, legislatura; disposiciones absurdas en materia de género, crea "derechos" para toda gracia natural concedida al ser humano y complica los litigios por constitucionalidad emprendidos por persona, por gobiernos estatales y municipales y hasta por el gobierno federal.

Las resoluciones en materia constitucional, que corresponden a la Suprema Corte de Justicia, hacen que ésta se haya convertido en centro de decisiones políticas y en favorecedora injusta de causas ilegales.

Eso sí, por acuerdos oficiales, todos a festejar cien años de una Constitución que ya no existe, que nunca ha estado vigente cabalmente y que frecuentemente se altera, reforma y modifica, a modo de los poderes en turno.

Hace un año Hoja por Hoja (Vieja Constitución, 7 de febrero 2017), señaló las diferencias entre las constituciones mexicana y americana: 136 artículos contra 7; 618 reformas y adiciones y allá sólo 27 enmiendas en 240 años. Cualquiera de los artículos 27 o 123, son más extensos que la Constitución de Filadelfia.

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