Tinariwen, 20 años haciendo música en la guerra

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Diana Gómez


Febrero 19, 2017

Una de las labores más fieles de los medios de comunicación es la de ofrecer espacios a aquellas voces que están calladas en el otro lado del mundo. Una cuestión que desafortunadamente no siempre se cumple, ante las limitantes a las que se enfrenta el periodismo en general.

Tinariwen se ha convertido en una banda que acapara los medios en América, pero que tristemente en su lugar natal se encuentra en dos guerras continúas: la de su comunidad natal, Malí, y la de hacer un disco en medio de represalias y violencia extrema.

Esta banda tuareg lleva 20 años haciendo versos en guitarras virtuosas, que bien podrían entrar en la lista de grandes leyendas como Jimmi Hendrix, sobre todo por la destreza de sus riffs y composiciones.

Desde el nacimiento de sus sonidos, Tinariwen no ha parado de ser un vehículo de protesta y autodefensa. En 1990 sus canciones se convirtieron en una serie de argumentos de esperanza a través de casetes, que mostraron la rebelión tuareg.

Las cosas han tomado su propio curso y la música de esta banda ha funcionado por inercia. Existe Tinariwen porque el problema está vivo y es necesario documentarlo, por lo que en este año han lanzado su octavo material, Elwan, que con sonidos electrizantes han contado el tiempo y la agitación de su realidad.

El trabajo cuenta con una valiosa e importante lista de personajes musicales, como Mark Lanegan, Alain Johannes (anteriormente de Queens of the Stone Age) y el guitarrista Matt Sweeney. Todos ellos han contribuido a construir remolinos con las guitarras y ritmos inspirados en el paso de los camellos.

La producción de Elwan no fue nada sencilla, ya que la situación en su comunidad en el norte de Malí, arrojó a la banda a dividir su grabación, algunas sesiones fueron ejecutadas entre los suburbios de París y otras en una ciudad marroquí meridional llamada M'hamed El Ghizlane.

Pero los problemas no cesan ahí, en días pasados fue cancelado el Festival de Malí en el desierto, por temores de ataques terroristas. Este escenario fue el mismo que vio nacer a la banda y que tuvo como propósito cesar la guerra entre las tribus tuareg y el gobierno.

Elwan se perfila para ser un disco fuerte en este año, no sólo por sus importantes colaboradores, sino por méritos propios y por cumplir el objetivo de usar la música como medio de comunicación y forma de expresión.

Esta última evidencia de Tinariwen manifiesta unión y feminismo; hay piezas en las que mujeres piden su libertad en las arenas del desierto, bajo una voz y guitarra que se ligan perfecto con todas las canciones del disco.

El mensaje de paz sigue siendo claro pero también el peligroso, pues el tiempo y la agitación han tomado un nuevo camino, y la banda refleja sin tantos tapujos esa realidad que está lejos de la igualdad política y social.

Este trabajo discográfico es una joya que contiene sonidos del mundo, que extrañamente parecen reforzarse en estos últimos años, tal como se hizo con Junun, un disco de Jonny Greenwood y Shye Ben Tzur. Y es que los medios han volteado a ver a los sonidos más desprotegidos y parecen cobijarlos de este lado del mundo.

@dianaegomez

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