Viernes 24 de Febrero de 2017

Han transcurrido los dos primeros meses de un año con inicios peculiares para México y la comunidad internacional. No fue sólo el cambio de ideología de demócrata a republicana en USA lo que ha generado especulación en todos los sectores, sino el individuo en quien recae el nombramiento de presidente, Donald Trump, quien rompe cualquier estereotipo en lo que a relaciones internacionales y trato a migrantes se refiere, con discursos, acciones y una particular manera de gobernar donde pareciera que la libertad de expresión en todo lo que le afecte, es objeto de agresiones.

Ante la amenaza de un cambio en las relaciones comerciales y migratorias, por la vía legal y la ilegítima, México debe reaccionar, sin embargo pareciera pesar el lastre de nuestra economía poco consolidada hacia su interior, dependiente por diversas causas de la importación.

Además hay que considerar que ante la inminente liberación de la comercialización de gasolina programada para 2018, este año fue necesario adecuar su precio a cifras del mercado internacional… y si a esto le sumamos que la Ley de Ingresos incluyó algunas redacciones para justificar la falta del equilibrio presupuestario entre gastos e ingresos, generado por el elevado financiamiento de endeudamiento externo por 13 mil millones de dólares, por la posibilidad de incluir figuras como fideicomisos, proyectos de infraestructura productiva de largo plazo de inversión financiada directa y condicionada, así como instrumentos de transferencia significativa de riesgos del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, que incrementan el riesgo para el actual y futuros ejercicios fiscales, el panorama económico de México se antoja poco adecuado.

La ventaja de nuestro país es sin duda la gente que lo habita, ciudadanos comprometidos con lo que día a día les corresponde vivir. Ciudadanos que confían en el estado de derecho, en las instituciones que lo conforman y los representan… pese a que éstas deban ofrecer una sentida disculpa por lo infundado de su acción.

La condición de tres mujeres indígenas, Jacinta, Teresa y Alberta, después de años de haber sufrido encarcelamiento indebido, fue difundida en medios nacionales e internacionales, aunque en esta ocasión no sólo debiera llamar la atención la falta de prontitud y expeditez para resolver su situación jurídica, tampoco el protocolo oficial o lo emotivo del discurso de réplica del que recupero textualmente "ser pobre, mujer e indígena, no es motivo de vergüenza", sino que ante la necesaria reacción gubernamental por defender lo que es y representa México, para su propia sociedad, para la comunidad internacional, para un país como más de 100 años de proclamarse independiente, sea su propio discurso interno el que deba reconocer que la condición económica, de género y racial, es motivo de discriminación. ¿Así podremos preservar a la nación de discursos y acciones discriminatorias por un personaje internacional?

La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, en sus considerandos indica que el Estado Mexicano no sólo debe abstenerse de violentar los Derechos Humanos, reconocidos por la constitución y los tratados internacionales, pues de ser necesario se deben modificar las instituciones para cumplir con la prohibición de prácticas discriminatorias.

Seguramente tendremos noticias muy pronto, de acciones puntuales que implementarán la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación, enfocadas a construir políticas públicas que eviten a hombre y mujeres, sin importar su condición económica ni su origen étnico, ser objeto de menoscabos, ilegalidades y discriminación… a menos que el reconocimiento público de su inocencia se considere suficiente. ¿O ustedes qué opinan?

@npimente

normapimentel@hotmail.com

*Académica e Investigadora