Martes 28 de Febrero de 2017 |
Estimado lector, en esta ocasión analizaremos qué está pasando con el sistema presidencial en tres países del continente americano: Estados Unidos, México y Venezuela. Le invito a imaginar qué pueden tener en común para que comparemos por qué los respectivos presidentes: Donald Trump, Enrique Peña Nieto y Nicolás Maduro, atraviesan una crisis presidencial, marcada por la desaprobación de la opinión pública, el cuestionamiento de su legitimidad e incluso acusaciones por el abuso de su autoridad en contra de la propia población; factores que han originado la devaluación presidencial en los últimos tiempos. El sistema presidencialista es considerado un régimen democrático, esto es, una forma de ejercer el poder político que recae en la población por la toma de decisiones de un individuo: el Presidente. Quien constituye el Poder Ejecutivo, elegido de manera independiente del Poder Legislativo, como representante del Estado y el gobierno por el voto de los ciudadanos. Siendo a ellos a quienes en teoría deberían no sólo rendirles cuentas de sus actos sino mantener satisfechos durante el tiempo para el que fueron electos. Si pensamos en la democracia como una forma de gobierno que nos permite elegir por mayoría la mejor propuesta de gobierno e intervenir en él, me parece que hay al menos estas tres sociedades hoy no logran entender cómo es esto posible, porque no les hace sentido dicha definición con la realidad que están viviendo, tomando como referencia los últimos gobiernos electos para la presidencia de sus respectivas repúblicas. El reto de las democracias no solo es organizar elecciones sino fortalecer las relaciones entre los miembros de la sociedad, como consecuencia de un discurso político que reconozca los derechos fundamentales de las personas (Córdova: 2016). Analizo este fenómeno de la devaluación de los presidentes, ya que los ciudadanos estamos coincidiendo en que no estamos en la situación que quisiéramos estar en ninguno de los tres países. A nadie le conviene un presidente débil, irrespetado o que no tenga frenos o contrapesos, pues el ejercicio del poder político de manera unipersonal se puede transformar en otro tipo de gobierno. En un encuentro con varios colegas de las tres nacionalidades lancé la pregunta: ¿cuándo fue la última vez que votaste por la mejor propuesta política presidencial?, a fin de identificar los aspectos clave que tienen sumidos a estos tres países en un acentuado descontento social que apunta hacia la presidencia, que está en crisis en todos los casos, pero que cada pueblo define por sus propios motivos para estar molestos o decepcionados de la forma en que se ejerce la democracia en sus países. De esta conversación quisiera compartir las preguntas que me parecieron destacables y que más que responder aquí quisiera que ustedes contestaran, de acuerdo su forma de sentir y pensar en este momento: • ¿La democracia me permite elegir la mejor forma de gobierno que puedo tener? • ¿Los partidos políticos postulan a las y los mejores candidatos en cada elección? • ¿El origen de los malos gobiernos está en los partidos o en una baja participación política? • ¿En qué se distinguen los candidatos con partido de los candidatos sin partido cuando ninguno resuelve los problemas públicos, de acuerdo a la opinión pública? • ¿Los ciudadanos sabemos lo que hacemos cuando vamos a votar o dejamos de hacerlo? • Los medios de comunicación ¿informan o crean y conducen la opinión pública y el voto ciudadano hacia determinados candidatos o partidos políticos? • ¿Estamos condenados a elegir al Presidente menos malo? ¿o menos mala? Si la democracia es una forma de ejercer el poder, también es un sistema de control y de limitación del mismo (Sartori: 1993), por lo que los ciudadanos serán los queejerciendo su soberanía podrían serel mediopara salir de esta devaluación. @floresm_mxinfo@reconstruyendociudadania.org*Politóloga del Tecnológico de Monterrey en Puebla |