05 de Marzo de 2017 |
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dice haber cumplido ayer 88 años, aunque en realidad, por este nombre son 71. Entre 1938 y 1946 se llamaba Partido de la Revolución Mexicana, pero fue fundado en 1928 como Partido Nacional Revolucionario. Por esos cambios de nombre no es en el registro oficial el decano de los partidos, como sí lo es el Partido Acción Nacional (PAN), registrado con esta denominación desde 1939. El PNR-PRM-PRI ha transitado por diversas pseudo ideologías, ninguna certera, como barruntos de izquierdismo, de nacionalismo revolucionario, de corporativismo, de centroderechismo, de liberalismo social, de neoliberalismo y otras confusas mezclas sin acertar a definir un ideario político claro. Desde su fundación hasta finales del siglo XX no le era urgente la ideología, sino la voluntad y ocurrencias del presidente de la república en turno o de las circunstancias internas e influencias del exterior. No se le restan méritos cuando los tuvo, como en el período de Ávila Camacho (1940-46) y lo más destacado para el bien interno (aunque no totalmente) fue la etapa del llamado "desarrollo estabilizador (1954-1970), que logró mantener una inflación muy baja y un tipo de cambio sin alteración alguna (hasta el fatídico sexenio del populista Echeverría). Para quienes hemos revisado la historia y el análisis político, recordamos que el primer adversario del PNR-PRM-PRI fue José Vasconcelos durante la intensa campaña de 1929. Vasconcelos representaba a la inteligencia, la democracia, el pensamiento libre, la educación y el civismo. Al derrotar fraudulentamente al Maestro de América, el sistema gubernamental instaurado por Calles, derrotaba las aspiraciones en México de obtener una patria sana políticamente. La victoria del PNR en ese año determinó siete décadas de control férreo, de privación de libertades, de represión, de inseguridad, de pobreza exacerbada en un gran segmento poblacional, de improductividad, de pauperización del campo, de un crecimiento urbano descomunal y amorfo, de incremento del narcotráfico, de emigración, de devaluaciones, de inflación, entre muchos otros males. No significa que al cambio de partido en 2000 las cosas hayan mejorado, el relevo panista (Fox y Calderón) tampoco fue una etapa virtuosa: se heredaban los errores del PRI y se contaminaba la política mexicana: muchos partidos subvencionados por el erario, democracia endeble y muy costosa en detrimento de necesidades primarias. Regresó el PRI en 2012 y las cosas parecen haber empeorado. Hasta 1994, El PRI siempre tuvo aspirantes sólidos a la presidencia. El Ejecutivo seleccionaba al que mejor le parecía o a su favorito. Hoy en día, en sus 88 años, es un "descolado mueble viejo" (como dice un tango); perdió la brújula y anda desorientado. Es altamente probable que pierda las elecciones presidenciales de 2018. El presidente Peña carece de liderazgo y el presidente del PRI, Enrique Ochoa, luce más como un mal comediante que como dirigente de una organización política seria. Pero " el músculo duerme y la ambición trabaja" (como otro tango dice) y hay una larga cola de gobernadores ambiciosos que algunos sin méritos quieren ocupar Los Pinos: Eruviel Ávila (PRI, EdoMex); Silvano Aureoles (Michoacán PRD); Graco Ramírez (Morelos PRD); Rafael Moreno Valle (Ex de Puebla, PAN); Miguel Mancera (CDMX PRD); Jaime Rodríguez "Bronco" (Nuevo León, independiente); el eterno "Honesto valiente" (DF, Morena); y los que se acumulen. En paralelo, hay otra lista de exgobernadores recientes, prófugos de la justicia o casi indiciados por la ley: el delincuente mayor Javier Duarte (PRI Veracruz); Rodrigo Medina (PRI Nuevo León), Guillermo Padrés (PAN Sonora); Roberto Borge (PRI Quintana Roo); César Duarte (PRI Chihuahua), los más de ellos del PRI. Estas listas son el residual que ha dejado la política mexicana, el sello priista, la ingobernabilidad y la corrupción. |