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Jesús Silva-Herzog Flores

De su gran trayectoria, lo más destacado fue su paso por la Secretaría de Hacienda, siendo dos veces director General de Crédito Público

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El nombre Jesús Silva Herzog nos era muy familiar en México desde los tiempos de la Revolución, pasando por la azarosa década de los 20 y luego en los 30, por su participación en la expropiación petrolera. Silva Herzog era catedrático, investigador de la realidad económica, gran orador, luchador social y también funcionario (subsecretario de Educación y de Hacienda). Se hacía llamar siempre "hombre de izquierda" y sí lo era, en el sentido más puro del término. Escribió una veintena de libros sobre economía y política. Nació en San Luis Potosí en 1892, con una terrible discapacidad visual y luego ceguera. Murió honrado aún por adversarios, en 1985 (vivió fructíferos 93 años).

Pero las actuales generaciones, las que despertaron a la vida pública en los años 70, están más familiarizadas con uno de los hijos de aquél maestro: Jesús Silva-Herzog Flores (usando los prestigiosos apellidos para hacer uno solo). A diferencia de su padre, el Diamante Negro (su alias favorito), no fue luchador social ni izquierdista, pero mantuvo los genes del amor a México y un nacionalismo sublimado en su lucha por las finanzas mexicanas.

Silva-Herzog Flores heredó una gran voz que lo hacía orador natural y convincente. Su padre nunca tuvo título universitario, fue autodidacta (pero fue reconocido con varios doctorados Honoris Causa). El notable vástago estudió en la Escuela Nacional de Economía de la Universidad Nacional y luego maestría en Yale, Estados Unidos. Su carrera burocrática fue extensa: el Banco de México, el Infonavit (del cual renunció una vez y Echeverría no aceptó y lo hizo regresar al cargo); la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Secretaría de Turismo, embajador en España y Estados Unidos de América. También buena actividad académica.

De su gran trayectoria, lo más destacado fue su paso por la Secretaría de Hacienda, siendo dos veces director General de Crédito Público, subsecretario y finalmente secretario desde el 17 de marzo de 1982 al 18 de junio de 1986, período en el cual arrostró la peor crisis monetaria y financiera de México en el siglo 20, pues tuvo que resistir las malas decisiones de José López-Portillo durante la "crisis de la deuda" a finales de 1982 y luego la penosa renegociación de esa deuda entre 1983 y 1985. Enfrentó a los titulares de la Reserva Federal, del Departamento del Tesoro de EU, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y a directivos de los acreedores bancarios internacionales, a quienes en algún momento dijo "debo no niego, pago no tengo" y en un trance álgido cuando uno de ellos le dijo: "Señor ministro, está usted en problemas", Silva-Herzog respondió: "No señor director, estamos, ustedes y nosotros, en problemas", rematando con ello una dura negociación de la que salió avante.

Su pugna por decisiones en finanzas públicas con Carlos Salinas de Gortari, entonces secretario de Programación y Presupuesto, lo llevaron finalmente a una predecible derrota, cuando su camino hacia la presidencia de la República aparentaba ser fácil y cierto. Pero Silva-Herzog no era exactamente un hombre con ambiciones de poder, como sí lo era Salinas, quien supo aprovechar la fuerza de Silva en contra de éste, influyendo un agrio resentimiento del presidente Miguel de la Madrid por la creciente popularidad de JSHF. Lo sucedió el gran Gustavo Petricioli.

Tal vez Silva hubiera sido un presidente popular, querido y admirado. Fracasó en política cuando fue candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal, por mezquindades del partido que representaba, el PRI (nunca militó formalmente en el tricolor pero era miembro por la obligación oficial entonces de afiliarse).

Jesús Silva-Herzog Flores, fallecido el 6 de marzo, puede ser agregado a la lista de grandes ministros de Hacienda Mexicanos: Manuel Dublán, Matías Romero, José Yves Limantour, Luis Montes de Oca, Eduardo Suárez, Antonio Carrillo Flores y Antonio Ortiz Mena. Honramos hoy su memoria.

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