De vuelta a lo público

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La gestión de la administración pública ha venido evolucionando durante las últimas décadas, lo que hoy es normal hace apenas algunos años era impensable. Lo anterior se ha dado por las diversas corrientes gerenciales y públicas que han venido a cuestionar los planteamientos tradicionales y a poner sobre la mesa nuevas alternativas para lograr los objetivos públicos con la mayor eficiencia, eficacia y satisfacción de los ciudadanos.

Si nos remontamos a los orígenes de la reforma del Estado, encontraremos que lo que se buscaba era redifinir las funciones propias del Estado para devolver a las fuerzas del mercado extensos sectores de actividad pública, puesto que había que enfrentar las crisis que la "incompetencia burocática" y la administración pública no habían sabido manejar.

No olvidemos la serie de privatizaciones que se dieron en nuestro país hace ya algunas décadas (Telmex por ejemplo) y por supuesto las recientes reformas del presidente Peña Nieto (energética sobre todo) que buscan "desatar" las manos del gobierno para poder consolidar el desarrollo económico a través de diversos mecanismos de mercado para así lograr un equilibrio en la asignación de recursos.

Sin embargo, la realidad que se nos presentó en unos pocos meses atrás puso en evidencia que la relevancia que se le otorgó a la libre competencia, los precios de mercado, la eficiencia económica y a la mano invisible del mercado, no había tomado en consideración variables igual de importantes como la amplia desigualdad en la que vivimos, el amplio rezago social y el amplio rechazo social tanto del ciudadano de a pie como de organismos e instituciones de la social civil y empresarial.

Hoy, por las diversas lecciones históricas que como sociedad hemos recibido y las múltiples experiencias de otros países, deberíamos ser más conscientes de los límites del mercado dentro de los sistemas públicos, tenemos que estar muy atentos y ser muy claros que para muchas de las áreas de lo público, la eficiencia que nos podría dar el mercado se ve sometida a restricciones asociadas a la propia naturaleza de lo público, es más, en algunos casos hasta se contraponen.

Tenemos que tener claro que cuando se trata de lo público, valores como el bien común y la igualdad política deberían estar por encima de la libre competencia y la asignación "eficiente" de recursos bajo la naturaleza del mercado.

Con lo anterior no quiero decir que no debamos buscar la eficiencia y eficacia y mejores formas de hacer gobierno, sólo que la petición es que no lo hagamos en detrimento de lo público. Necesitamos trabajar en un modelo que considere las grandes complejidades de los sistemas públicos y de los sistemas de mercado, al fin y al cabo la realidad nos habla de mercados y gobiernos imperfectos.

*Director del CEDDIE del Tecnológico de Monterrey en Puebla

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@JorgeAOT

Las opiniones vertidas en este espacio no reflejan el ideario del Tecnológico de Monterrey en Puebla.

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