Los viejos priistas de Atlixco al ataque para no perder sus privilegios

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Pablo SORIANO


Marzo 29, 2017

¿Quién no conoce la historia del viejo PRI? ¿Quién a estas alturas del tiempo a partir de la fundación del PRI, con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, en 1929, se atrevería a decir que este partido ha cumplido el propósito histórico para el cual fue creado? Nadie olvide su lema: Democracia y justicia social.

¿Qué político de esos que se rasgan las vestiduras acusando que la conducción de este partido en Atlixco podría quedar en manos del Movimiento Antorchista, se ha destacado por su firme lucha a favor de la justicia social? Nadie.

El PRI, en todo el país, y Atlixco no es la excepción, ha servido como una agencia de colocaciones y una escalera para la promoción a cargos públicos. O sea, dirigir el PRI ha sido la puerta para entrar al mundo de la famosa "clase política", una clase que nunca ha cumplido su obligación de usar el poder del partido para gestionar obras y servicios a las comunidades, mejores salarios y seguridad en el empleo a los trabajadores; y becas, transportación, alimentación y todo tipo de apoyos a los estudiantes pobres.

Esos viejos políticos priistas, aunque estén envueltos en pieles jóvenes, nunca han entendido que el PRI se constituyó después de la Revolución Mexicana con propósitos nobles, como la distribución de la riqueza social para impulsar el mejoramiento de los mexicanos. Pero muy pronto desvió esos propósitos para convertirse en un botín defendido como una cuestión de honor personal.

Estas reflexiones se derivan de la triste actuación de los viejos priistas atlixquenses. Pero vamos por partes. Primero. El 4 de marzo se realizó una reunión previa, convocada por la delegada del PRI en Atlixco, Danae Domínguez, en donde estuvieron dirigentes de la CNOP, la CTM, la regidora municipal del PRI, la CNC, la Red de Jóvenes, el Movimiento Territorial, Antorcha y la delegada presidenta del Comité Municipal del PRI.

En esa reunión, a propuesta de los viejos priistas, se acordó que se elegiría al nuevo presidente y secretario del PRI municipal por votación de los dirigentes de las organizaciones y sectores. El mecanismo consistía en que se presentarían las planillas que quisieran participar, y serían sometidas a votación, ganando, lógicamente, quien obtuviera la mayoría. Esa propuesta se llevó a la instancia estatal, en donde el presidente del PRI, Jorge Estefan Chidiac, la avaló.

Segundo. El PRI estatal determinó que el día de la reunión sería el viernes 24 de marzo. Se presentaron dos planillas: la que fue apoyada por Antorcha y la de los viejos priistas; ya de entrada, a pesar de que el mecanismo fue propuesto por estos últimos, de antemano adivinaban que su planilla no ganaría, por lo que comenzaron por discutir las reglas que ellos mismos habían propuesto. Los argumentos de esos priistas, como debería ser, fueron echados abajo por los argumentos sólidos y serios de la asamblea.

Al no poder sostener una discusión de altura, estos zorrunos priistas tradicionales optaron por la vieja artimaña, típica de los malos políticos que saben que no pueden ganar: trataron de reventar la reunión, abandonando la asamblea.

Seguramente pensaron que la mayoría saldría tras ellos, pero no fue así, la mayoría de dirigentes se quedó, terminando la votación con el triunfo de la planilla de Sergio de Jesús Flores y Darinca Estefanía Lozada Parra.

El sábado empezó el desfile de declaraciones de las más variadas interpretaciones atacando, sin ningún argumento sólido, el resultado de la asamblea. La energía que derrochan estos personajes surge de la impotencia al sentir que están perdiendo sus privilegios; se aferran al control del partido como el náufrago se aferra a una tabla.

¿Por qué no aceptan que fueron derrotados en buena lid y dejan a quienes ganaron, que por cierto no son antorchistas sino gente de base del PRI, que intenten trabajar en bien del partido?

Por lo que ya afirmamos en los primeros párrafos: están tan acostumbrados a vivir del presupuesto oficial, y a tener su tajada de poder político y económico, a codearse con los "jefes" y a soñar con ser o volver a ser presidente municipal, o diputado, o, por qué no, gobernador del estado, están tan acostumbrados que para no dejar que se les escape este poder, se disponen a atacar con todo lo que está a su alcance a los antorchistas y a los nuevos dirigentes del PRI municipal. Por lo pronto, ya anunciaron que no reconocen a la nueva dirigencia municipal.

Alguien debe decirles a estos (¡estos sí!) dinosaurios de la política, que si pretenden seguir existiendo políticamente y, sobre todo, si pretenden que algún día el PRI recupere algo de su vieja capacidad para ganar elecciones, deben cambiar radicalmente su idea de lo que es un político y convertirse en verdaderos activistas de los pobres de este municipio. No tienen alternativa.

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