Duarte, Perelló y la velocidad del tren del meme

El verdadero conflicto es la estructura de pensamiento, la estructura social y la realidad que generamos

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Memorias del Crimen

Leyendo post de Facebook encuentro uno: "¿Recuerdas qué pasó la semana pasada?" Además de la pésima redacción (no puede haber pasado la semana próxima), llama la atención que a alguien en las redes le importe lo que ocurrió antes del twit o el trend topic del día.

El nuevo credo dicta la velocidad como primer mandamiento, lo que ocurre no tiene antes ni después, no hay antecedente alguno ni consecuencia de las cosas. Miramos a través de nuestras pantallas "información" recortada e increíblemente parcial, como si cada personaje saliera de la nada, como si la fama fuera una posesión diabólica que te toma y te abandona con la misma facilidad.

¿Alguien recuerda a los héroes de la borrachera y el mal gusto apodados La Canaca o El Fuá? No y no es importante, lo verdaderamente trascendente es lo que pasó en un momento determinado que no tiene antes, ni después, como un chiste que hace que la risa brote de golpe sin mayor reflexión, sin antecedente alguno, un divertimento que no trasciende a la persona, ni a la sociedad, ni a nada más que a esa nata de tiempo libre en que parece transitar la realidad actual.

Así, apenas hace un par de semanas se hizo un escándalo mediático contra una figura emblemática de la izquierda mexicana, porque se hicieron públicas mediante las redes sociales sus declaraciones en un programa de Radio UNAM que, por cierto, tiene poquísima audiencia.

Muestra de eso es que las declaraciones tardaron varios días en filtrarse a las redes sociales y la opinión pública no tardó ni un día en condenarlo por misógino y discriminatorio. Cartas y firmas para su destitución no sólo del programa de radio, sino de la propia UNAM, donde es catedrático.

Aún no sabremos la conclusión de esta historia, sin embargo, las recientes entrevistas en otros medios parecen ya no importar, porque la detención del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, acapara las pantallas y la atención.

Ahora las redes atacan sin piedad a exgobernadores priístas como si fuera una novedad la corrupción y el robo al erario público, los vínculos con el narcotráfico y los abusos de programas federales. Las redes se llenan de opinólogos profesionales, memes que disparan contra uno u otro bando, mientras esperamos la siguiente nota.

Y no importa si el escándalo es de un completo desconocido haciendo algo estúpido o el más famoso cantante de la historia, lo mismo se volverá famoso durante unos minutos y desaparecerá con la misma facilidad, con la misma volatibilidad.

Ya sea José José declarando que su enfermedad se debe "a la mala onda que le tiene la gente" o Luis Miguel con orden de aprehensión, sea por un robo de miles de millones de pesos o por una frase estúpida, a la mente-monitor de la nueva sociedad le da exactamente lo mismo: es "noticia".

Y hasta aquí la cita de banalidades, porque el desfile frívolo no es un problema en sí mismo, pero ocasiona algo doloroso y cruel en lo que nadie repara, quizá esa misma capacidad de autocrítica ya fue retirada de nuestros cerebros mediante las órdenes tácitas que obedecemos a diario sin darnos cuenta.

El verdadero conflicto es la estructura de pensamiento, la estructura social y la realidad que generamos a nuestro alrededor mediante el consumo de estupideces cotidianas.

Si nuestros héroes y anti héroes son figuras de humo, entonces será de humo nuestro interés por cualquier cosa, intangible la capacidad de conocer a profundidad, imposible recordar a detalle las causas que nos tienen latiendo en esta realidad. Y si no podemos recordar de dónde venimos, qué somos, entonces será imposible actuar en el presente con responsabilidad y conocimiento de causa.

De igual modo, la idea de acción y consecuencia parece quedar inutilizada. No hay consecuencia para un automovilista que a 200 km por hora mata a tres pasajeros, ya que sale bajo fianza, porque es pariente de alguien poderoso y tienen el dinero para verse beneficiado por la justicia.

Y en esa eterna frustración, que a la vez se vuelve cinismo, la sociedad consume ejemplos donde lo único importante parece ser tener dinero, tener poder y salirse siempre con la suya. Me parece escuchar las negociaciones de esos "escándalos": "ni te preocupes en una semana la gente no recordará nada de esto y quien lo recuerde te buscará para hacerse un selfie contigo".

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