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Damn Kendrick Lamar!

Lamar llegó para postrarse como observador y catador musical. Llegó para hacer de la música negra un nuevo y fabuloso camino

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Me alegra mucho tener que escribir de Kendrick Lamar en este momento, porque le he seguido los pasos desde sus trabajos de 2012, y en cada escalón he notado una traducción y mutación de la música negra que muy pocos músicos y productores han logrado.

Tenemos que aceptarlo, ya es una leyenda y no hay vuelta atrás, si alguna vez se preguntaron sobre los nuevo héroes en el hip hop, la respuesta está en Kendrick. Estamos viviendo en la misma era de una figura importantísima en los espectros sonoros.

Su nuevo álbum, DAMN., tiene demasiada carne que desmenuzar. Era un trabajo que se esperaba con ansias desesperadas después del Untitled Unmastered de 2016, un pequeño postre que consta de ocho canciones que son la cola de su penúltimo disco, por cierto una pieza maravillosa. 

Sí, me refiero al To Pimp A Butterfly de 2015, el disco que inició con la guerra auditiva de Lamar, un movimiento constante que ya no pudo detenerse, y que nos dejaba escabullirnos por todos los centímetros que guarda el buen hip hop: jazz, R&B, rock y góspel

Después de este despertar, venía lo difícil, continuar con las sorpresas. Ahora bien, el DAMN., es una joya que está más especializada. Si en el To Pimp A Butterfly, Kendrick nos enseñó cómo tomar la música negra, en este último trabajo simplemente nos dirige a su copa y deja que de un trago asimilemos sus 14 canciones.

En el mensaje lirico de DAMN. encontramos potentes muestras de fe y empatía con el fervor religioso, por consiguiente también aborda a los bellos monstruos internos y a los demonios. Llegó a citar a un libro bíblico y se dice identificado con la retórica religiosa. Así que definitivamente no encontraremos sólo drogas y muerte en sus canciones.

En su video clip de la canción Humble se viste como Papa y representa la última cena, así que no es una casualidad que su disco se haya lanzado en Viernes Santo, pero lo que sí es una sorpresa es que en la mitad de esta canción mande un mensaje feminista; pide menos photoshop y más estrías naturales, algo que no ha resaltado tanto en sus trabajos.

El DAMN. tiene colaboraciones que dan miedo, al menos esa fue mi reacción al saber que tenían una canción con Bono. No imaginaba a qué sonaría y no quería ni darle play, sin embargo la cosa pasa desapercibida, es una buena pieza que nos quita grandes etiquetas musicales de la mente y que termina siendo una canción muy bien lograda.

En cuanto a la estructura musical, no hay un hilo conductor como el que tejió en 2015 con los metales, pues en el DAMN. descubriremos baladas y caricias abruptas que se desprenden de su voz y de algunos instrumentos.

Por ejemplo, Pride es una preciosa melodía que todos amarán pero en Humble, que es la canción siguiente, contraeremos un cambio en los músculos de sus instrumentos; es el más puro y sucio hip hop.

Nunca será una buena idea comparar a dos increíbles personajes viviendo en la misma era, pero es relevante mencionar que mientras Kanye West hizo el grandioso Yeezus, autoproclamándose Dios en sus propias tierras, Kendrick abrió un libro sagrado para hablar desde afuera sobre las deidades y sin querer, se ha convertido en una de ellas.

Lamar llegó para postrarse como observador y catador musical. Llegó para hacer de la música negra un nuevo y fabuloso camino. Es un nombre que ya desfila a lado de grandes leyendas que ya no existen, pero lo hace con toda la inteligencia y humildad posible, lo que permite que nos deshagamos de un buen montón de prejuicios musicales.

Recomiendo que compren un álbum de Kendrick Lamar en este fin de semana, en el que celebramos el Record Store Day, una fiesta que llega a México y Puebla con el único propósito de comprar más discos.

@dianaegomez

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