El aprendizaje de las matemáticas

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"Odio las matemáticas", suele decir la mayoría cuando nos referimos a esta difícil ciencia que nos acompaña a lo largo de casi toda nuestra formación educativa básica. Los padres y maestros solemos quebrarnos la cabeza intentando que los chicos las aprendan, y aún con todos los esfuerzos, el porcentaje de personas que les gustan, disminuye conforme avanzan de grado. Los alumnos llegan a la preparatoria, a las universidades, con muchas lagunas en su aprendizaje.

He escuchado decir a muchos jóvenes que estudiarían cualquier cosa que no tenga que ver con matemáticas porque no les gustan, o se animan a estudiar a pesar de esto y viven un sinfín de tropiezos a lo largo de sus estudios.

"No me gusta" suele ser sinónimo de "no puedo". Después de mucho tiempo sin tener logros significativos en matemáticas, los chicos suelen tomarle antipatía a esta materia. Esto ocurre porque las matemáticas son una construcción compleja que requiere de mucha abstracción y el alumno, desde su infancia, comienza a enfrentarse a ellas cuando todavía no es capaz de resolver problemas abstractos de manera lógica, según nos dicen algunos teóricos como Jean Piaget. Esto hace que no haya comprendido bien las bases cuando ya tiene que pasar de grado y enfrentarse a nuevos conocimientos.

Y van avanzando como si construyeran un edificio alto, sin cimientos, así que, en cuarto de primaria, sexto o en secundaria, ya no pueden más. Pero, no podemos esperar a que los chicos cumplan 10 u 11 años a que estén listos para comenzar a aprenderlas, el sistema educativo demanda que los niños aprendan, aunque no estén listos para hacerlo, así que tenemos que aceptar el reto y emplear estrategias que les permitan un aprendizaje significativo de las matemáticas para que a ellos también, como a muchos chicos que han aprendido con materiales concretos, les agraden.

La propuesta de trabajo con materiales que el niño pueda tocar tiene como marco de referencia el conocimiento sobre el desarrollo cognoscitivo del niño y sobre los procesos que realiza para la apropiación y la construcción de conceptos matemáticos específicos. A través de los sentidos, de la memoria figurativa y de procesos concretos, realiza la abstracción del conocimiento. En otras palabras, el niño toca, juega y razona y después aprende: así de divertido puede ser.

Investigadores como Edouard Séguin y Jean Itárd, quienes trabajaban con discapacitados mentales, crearon materiales para aprender matemáticas y que fueron adoptados por María Montessori. Estos materiales representan el sistema decimal, que es la numeración que utilizamos. El sistema decimal comprende un cubo de un centímetro cúbico, una barra formada por 10 unidades, una placa y un cubo que representa la unidad de millar. Con estos materiales, el alumno puede "jugar" con las matemáticas y aprender de manera lúdica, sin frustración. Además, en matemáticas constructivas el error es una herramienta de aprendizaje, el alumno descubre que algo no le ha salido bien y reflexiona sobre el proceso que realizó. Esto le permite un aprendizaje más significativo de las habilidades lógico-matemáticas.

Es satisfactorio entrar a un salón de clases de quinto o sexto de primaria, pedirles a los niños que saquen su material de matemáticas para verlos trabajar y ver sus rostros alegres, como si les hubiesen dicho "vamos a jugar". No sólo aprenden, es un placer aprender. Es fácil para ellos, comprenden todo, tienen logros, es fácil y esto hace que les gusten las matemáticas.

*Profesora de Cátedra del Tecnológico de Monterrey en Puebla

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*Las opiniones vertidas en este espacio no reflejan el ideario del Tecnológico de Monterrey en Puebla.

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