Horizontes

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Tere MORA GUILLÉN


Mayo 03, 2017

Cada día nos enteramos del incremento de la delincuencia organizada en México, así como de hechos escalofriantes y repulsivos, los que prefiero omitir porque ya bastante tenemos con los eventos difundidos por los medios de información y las redes sociales.

Lo cierto es que los mexicanos hace dos décadas hemos perdido la paz y la tranquilidad. He de referir que tan sólo en Reynosa, Tamaulipas; el fin de semana se dio un virtual toque de queda, en los acontecimientos resultaron muertos dos líderes del narcotráfico, hubo 32 bloqueos, y decenas de incendios.

Alrededor de las cinco de la mañana del sábado, el gobierno municipal lanzó la alerta de semáforo rojo a través de las redes, para informar a la población de situaciones de riesgo, por lo que exhortó a resguardarse y tomar precauciones.

Y es que al parecer prevalece el miedo, la ingobernabilidad e impunidad en todo México. Siguen los asaltos a mano armada en el transporte público, el robo de autos, celulares, los secuestros; y ahora se estila hasta que choquen los carros en la parte trasera y un total de ocho delincuentes, repartidos en otras unidades, se encargan de la situación, amenazan a los aseguradores cuando arriban al lugar del accidente, secuestran al conductor del vehículo, y total estamos a merced de los hampones sin que haya quién nos defienda.

Aunado a lo anterior, en escuelas privadas de la capital del país, las autoridades decomisan a menores armas de juguete, -réplica de aquellas con las que se cometen los más arteros crímenes-, ya que está de moda asaltar a los compañeros en el recreo.

Está comprobado que la violencia genera más violencia, este mundo está carente de amor y de valores, la vida no vale nada. Somos una sociedad materialista donde no nos preocupamos por el prójimo, solo nos mueve el dinero, el sexo, las cosas banales; nos ha dejado de importar lo trascendente, la calidad humana, el amor y la familia.

Estamos inmersos en un mundo donde prevalece la guerra, el racismo, el odio; donde muy pocos realizamos acciones por el bien de otra persona; una gran mayoría brinda ayuda a otros sólo si estos le representarán algún beneficio, por fuerza quieren sacar un provecho.

Estamos hundidos como sociedad, destruyéndonos unos a otros. Es verdad que los gobiernos son causantes de muchos de los problemas que nos aquejan, más no de todos. Debemos ser menos egoístas, respetar a los demás y a nosotros mismos.

Tenemos la obligación de tomar conciencia, despertar y educar a los menores en aras de crear un mejor mañana.

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