Retos de la educación superior en México
En México, la educación superior debe ser uno de los motores de desarrollo social que impulse el conocimiento y la innovación. En una sociedad con tantas demandas debidas a la corrupción existente, la baja credibilidad en las instituciones gubernamentales, la falta de equidad, la marginación y el rezago hacen necesario formar una masa crítica y participativa.
La corrupción es una práctica social que permea en todos los ámbitos de nuestras comunidades, con diferentes tintes y en diferentes niveles, cargado de connotaciones éticas y morales negativas, donde todos somos víctimas y victimarios, partícipes de ella. Este fenómeno es complejo y afecta el desarrollo económico y social, conduciéndonos a una situación precaria que nutre a su vez a las prácticas de corrupción.
¿Cómo formar a una masa crítica y participativa? Pareciera que los jóvenes que llegan a las Instituciones de Educación Superior (IES) no traen las bases para serlo, han pasado por varios años inmersos en una educación básica y media básica que parece estar diseñada para moldear conciencias dormidas y conformistas, que no analizan ni se cuestionan. Las redes sociales han permitido una plataforma para la crítica, pero no para la acción transformadora que requiere nuestra nación.
Uno de los retos de la educación superior es la formación humana integral, que debe implicar no sólo la adquisición de destrezas en el ámbito laboral, sino la construcción de la propia persona como centro de su proceso educativo, para gestionar su proyecto de vida desde una perspectiva ética para la solidaridad y el beneficio social. Esto implica cambiar nuestra manera de pensar sobre lo que significa la formación de las personas y la manera de educarlas.
La formación de la persona debe incluir el desarrollo del pensamiento crítico, la capacidad de toma de decisiones, exponiendo lo aprendido a juicio para construir su propio criterio. Pero, ¿cuántos de nosotros, padres o maestros, permitimos a los alumnos cuestionarnos? El niño y el joven preguntan y nosotros respondemos, damos respuestas construidas sin permitirles pensar. Critican y se les calla, confundimos el respeto a los mayores con el sometimiento. Nada es más perjudicial para el desarrollo que este sometimiento.
Y, hablando de sometimiento, otro de los retos para la educación superior es responder a la demanda laboral, ¿o someterse a ella? Las IES deben transformar conciencias para transformar lo que los mercados demandan de los jóvenes egresados y prepararles para el cambio. Hoy sabemos que el desarrollo tecnológico transforma los mercados y también las exigencias laborales, lo hemos podido constatar. En lugar de sólo entrenar fuerza laboral competitiva, las IES deben procurar formar profesionistas capaces de transformar su entorno y adaptarse a nuevas situaciones.
Para ello, las mismas Instituciones deben ser capaces de modificar el contexto, transformarse y adaptarse a las nuevas demandas sociales, no sólo en el ámbito tecnológico, deben ser incluyentes, incorporara los grandes talentos, reformar sus procesos educativos para centrarse en la persona, formar conciencias despiertas. Las IES deben ser ejemplo de formación, innovación y desarrollo.
Sí, en México hay grandes talentos que deberían estar en las universidades. Es por ello que, otro de los retos de las IES es la cobertura equitativa. En nuestro país tienen acceso a ellas sólo tres de cada diez jóvenes entre 18 y 24 años, que no siempre son los más talentosos, sino aquellos que cuentan con los recursos para ingresar, y los demás compiten por las pocas plazas que ofrecen las instituciones públicas. En un país donde la mano de obra se encuentra devaluada, los estudios profesionales son vistos como un mecanismo de mejora del nivel económico de las familias.
Pero es mucho más que eso. La educación superior es el propulsor del cambio y la transformación, si lo hacemos así.
