Madurez presidencial

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Mario DE VALDIVIA


Mayo 21, 2017

A principios de su mandato, Enrique Peña Nieto hizo algunos intentos por sublimar la imagen de Adolfo López Mateos (ALM), el carismático presidente que ocupó Palacio Nacional entre 1958 y 1964.

López Mateos tenía 50 años de edad cuando ascendió al poder; nacido oficialmente en Atizapán de Zaragoza, subsiste la conseja de que nació en Guatemala. Jorge Castañeda (La Herencia) dice que la madre de ALM era extranjera, guatemalteca, lo que según la legislación de entonces era impedimento para que ALM llegara a la silla presidencial.

También se sabe que ALM era protestante, lo que ocultó porque en la década de 1950, el 92 por ciento de la población era católica. Otra más: no se sabe si realmente se había titulado de licenciado en derecho. Sin embargo, López Mateos, en la fecha de su ascenso y durante su mandato lucía como un hombre maduro, de personalidad recia y de gran presencia física; orador nato se hizo famoso en la lucha vasconcelista de 1929 y se le recuerda como uno de los mejores presidentes de México.

Adolfo Ruiz Cortines, predecesor de ALM llegó al poder a los 63 años de edad y también lucía como un hombre mayor, sonriente, de personalidad sólida. Se dice que colaboró con los invasores yanquis en Veracruz durante la ocupación de 1914 cuando era agente aduanero; no tenía carrera profesional, como tampoco la tuvo Lázaro Cárdenas, quien arribó a la presidencia a los 39 años, pero siempre pareció de mayor edad.

Manuel Ávila Camacho, el Presidente Caballero, era pagador habilitado en el ejército; sin méritos militares y sin estudios universitarios fue uno de los mejores presidentes de México; también lucía maduro, llegó al poder en 1940 a los 43 años.

Otro caso es Gustavo Díaz Ordaz-Bolaños Cacho, que a los 53 años llegaba a Palacio y su aspecto no sólo era de persona mayor, sino de casi un viejo en decrepitud. Fabrizio Mejía Madrid en su relato Disparos en la oscuridad, dice que Díaz Ordaz no terminó la carrera de abogado, aunque de manera poco clara presentó tesis profesional y se tituló en la Universidad de Puebla y se sabe que nació en Tlacolula, Oaxaca, pero fue "naturalizado" poblano por artificios de Maximino Ávila Camacho.

En Estados Unidos de América los presidentes Truman, Eisenhower, Reagan y ahora Donald Trump, llegaron a la presidencia en edades mayores a los 60 y 70 años. Salvo el último, los anteriores son reconocidos como estadistas de gran talla.

Regresando a Peña Nieto y López Mateos, súbitamente este último dejó de aparecer en los escenarios del recuerdo presidencial. No se entiende porqué, pero tal parece que el licenciado Peña Nieto (que sí terminó sus estudios de abogado pero cuya tesis ha sido cuestionada), decidió, con sus asesores de imagen, dejar de pretender compararse con el galán López Mateos por la razón de que el presidente luce como un muchacho (llegó a Los Pinos a los 46 años de edad) pero el copete y la apariencia juvenil le dan un aire de inmadurez y pequeñez junto al hombre que nacionalizó la industria eléctrica e introdujo el libro de texto gratuito.

Todo un caso es Carlos Salinas de Gortari, el primer economista que llegó a gobernar México cuando cumplía 39 años y primer presidente mexicano con grados de maestría y doctorado, éstos por la Universidad de Harvard.

Cuestionado por mucho, pero reconocido por los destellos de superación mundial en que logró incrustar a México, no se duda de su madurez ni de su inteligencia y los efectos de sus políticas, como las privatizaciones y el Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá que se están percibiendo ahora.

Una antigua sentencia bíblica (profeta Isaías, 3:4) condena a Israel a ser gobernado por jóvenes inmaduros, debido a la mala conducta de ese pueblo. Vasconcelos llegó a comparar alguna vez a México con el pueblo judío, pero entonces por el despunte vigoroso de la educación. ¿Será que hoy, por mala conducta, estamos condenados a que nos gobierne la inmadurez como sentenció el profeta?

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