Claridad Electoral

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Para que un juego se presuma legal, así este juego sea el de la democracia representativa, las reglas tienen que estar bien claras. La legislación que fundamenta todo el proceso electoral, no debe de tener lagunas ni prestarse a la interpretación, entre más simple, más clara.

Acabamos de transitar un nuevo proceso electoral y pareciera que nos vuelve a sorprender un nuevo fraude, no sabemos, ni sabremos en un futuro con contundente claridad, si lo hubo. Lo que no ha existido en nuestro país desde que se dio la transición democrática es claridad, ni para el vencedor ni para el perdedor, quedando siempre, en entredicho ambos.

Esta falta de claridad o relatividad electoral hace daño a los vencidos y a los vencedores, para estos últimos, asumirán nuevamente un poder comprado o corrompido que se suma, otra vez a la poca legitimidad con la que gobiernan nuestros servidores públicos, convirtiéndose en los principales enemigos del Estado.

A los perdedores les queda el estigma de falta de poder para revertir legalmente lo que defienden, que se traduce nuevamente en falta de credibilidad ciudadana hacia nuestras instituciones. Si la democracia representativa (indirecta) es cuestión de números, en teoría no debería de existir duda. ¿Por qué la hay? ¿Por qué siempre la hay?, la respuesta no sabe bien.

Después de los procesos electorales en México, aparentemente se pone en marcha todo el mecanismo electoral para el conteo del mismo, vienen las impugnaciones, los dimes y diretes y pasados unos meses, la oscura asunción al poder del supuesto vencedor, eso no hace bien a nadie.

Hay otra verdad que si es clara y se ha dicho tantas veces hasta sonar trillado, que hasta cuesta escribirla: a nadie le interesa ya el bienestar público, las alianzas entre partidos conservadores y supuestamente de izquierda, sólo devela la falta de un ideario político e intereses económicos en primer plano y los votantes parecen compartir migajas esos verdaderos intereses de los que asumen el poder público, esa y el fraude es la única explicación a los comportamientos electorales.

Causa tanta indignación y hastío, el supuesto resultado electoral como causó el triunfo de Donald Trump, carece de sentido que un pueblo harto de sus gobernantes corruptos, repitan su voto una vez más hacia ellos, la única respuesta es que esos votantes están igual de corrompidos.

*Profesora de tiempo completo del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales.

Escuela de Negocios, Ciencias Sociales y Humanidades. Tecnológico de Monterrey

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